Guion y dirección Rodrigo Bellott, según su obra teatral Fotografía Noah Greenberg Música Julia Kent Intérpretes Óscar Martínez, Fernando Barbosa, Rossy de Palma, Rick Cosnett, Dominic Colon, José Durán, Ben Lukovski, Quim del Río, Patricia García, Ana Asensio Estreno en Bolivia 22 agosto 2019; en el Festival Andalesgai de Sevilla 27 septiembre 2020
Con muy buenas intenciones y alguna que otra audacia estructural, el director y escritor boliviano Rodrigo Bellott adapta al cine su propia proclama teatral dirigida a millones de conciencias dormidas que aún son incapaces de aceptar la condición sexual de hombres y mujeres atraídas por personas de su mismo sexo. Su argumento parte del suicidio de un joven de clase acomodada cuando después de disfrutar de su primera relación romántica homosexual en Nueva York, descubre que en su ámbito familiar las puertas no acaban de abrirse. A partir de ahí surge un duelo dialéctico entre el padre del joven y su pareja, al principio sumido en la rabia y la impotencia y poco a poco derivando hacia la comprensión y la tan deseada aceptación. Lástima que ese duelo quede bastante desequilibrado entre el siempre espléndido Óscar Martínez, capaz de dar sentido y credibilidad a su papel de padre rancio e intolerante que va experimentando un viaje de aceptación sin retorno, y el guaperas pero decididamente mediocre actor Fernando Barbosa, en quien debería recaer una tragedia personal y coyuntural que no acaba de despegar.
Entre ellos destaca la decisión de representar al joven suicida con tres actores que se alternan incluso en una misma secuencia, un capricho de la empresa destinado a evitar que su recuerdo quede borrado de la memoria, a la vez que sirve para dar voz e imagen a tantos jóvenes que han pasado, siguen y seguirán haciéndolo, el calvario de su no aceptación, vergüenza y marginación. Un trabajo por lo tanto valioso y necesario, especialmente en aquellas sociedades que todavía no han garantizado el derecho a la igualdad por orientación sexual, mientras en otros ámbitos donde la lucha está afortunadamente más avanzada, queda como espectáculo entretenido y curioso. Rossy de Palma se reserva un par de secuencias en las que se luce con sus simpáticas cuitas y un esmerado recitado de Calderón de la Barca en torno a la ilusión (sueño) en que la vida consiste. Por supuesto los protagonistas son una vez más masculinos y guapos, mientras la pluma se reserva, cómo no, para hacer gracia, especialmente el desparpajo que derrocha Rick Cosnett, al servicio de un libreto indisimuladamente teatral que contiene algunos hallazgos memorables.
La obra se representó con gran éxito de público y crítica en 2015 en Bolivia, y ahora cuenta en la producción con una inestimable ayuda americana que se nota en su impecable acabado formal. En cuanto al título se refiere a una expresión en francés que va más allá del mero te echo de menos castellano, y que expresa una falta indescriptible, casi una amputación de un miembro necesario y fundamental.
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