Reino Unido 2020 99 min.
Guion y dirección Jessica Swale Fotografía Laurie Rose Música Volker Bertelmann Intérpretes Gemma Arterton, Lucas Bond, Gugu Mbatha-Raw, Tom Courtenay, Penelope Wilton, Dixie Egerickx, Sîan Phillips, Amanda Root, Martina Laird, Toby Osmond Estreno en Reino Unido 31 julio 2020; en España 11 septiembre 2020
La debutante Jessica Swale firma el guion y dirige esta fábula moderna en torno a los prejuicios románticos y las segundas oportunidades. Un producto bien narrado, felizmente interpretado y cuidado hasta ese último detalle que hace inimitables las películas británicas. Ambientada en la Segunda Guerra Mundial, en esa campiña primaveral y vecina a la costa en la que todo parece un vergel, cuenta la historia de un típico personaje huraño e insociable, la típica bruja con la que siempre se ha identificado a las mujeres solitarias e intelectuales que esconden un pasado vetado por el puritanismo y las buenas costumbres.
Esta comeniños recibe el encargo de cuidar a un jovencito evacuado de Londres, mientras su padre lucha en la guerra y su madre lo hace en los despachos burocráticos. Ni que decir tiene que la difícil convivencia derivará en un aprendizaje de vida, un soplo de aire fresco especialmente para ella, y el cierre de un ciclo que guarda alguna sorpresa provocada por señales que provienen de un más allá imaginario, ese Summerland del título que hace referencia a un cielo pagano.
Pero lo importante del film, además de la excelente interpretación de Gemma Arterton (Tamara Drewe, Byzantium), una actriz a la que todavía no se le ha valorado lo suficiente, es la sutileza y la elegancia con que Swale mueve todos los hilos, ese aire de cuento en el que todo es luz y color, reina el buen rollo y sobretodo los buenos modales. A partir de ahí la dolorosa historia de renuncia al amor, la posibilidad de reencontrase con nuestro verdadero ser y esencia, y la celebración de una vida llena de sorpresas y oportunidades, provoca esa inequívoca sensación de bienestar y de haber pasado un buen rato, con un entretenimiento dulce y elegante, sin más pretensiones, y eso que los ingredientes daban para un melodrama de carácter reivindicativo más sesudo y reflexivo.
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