Un momento de la actuación de anoche |
Reencuentro con un temperamento fogoso
Descubrimos a Ángeles Blancas a finales del pasado siglo en el Teatro Villamarta de Jerez, dando vida a una Violeta Valéry generosa en temperamento y voluptuosidad. Sea como fuere nos enamoró enseguida y le auguramos una carrera floreciente y triunfal que solo se ha cumplido en parte. No obstante son muchos los teatros y batutas que se han rendido a sus pies durante estas dos décadas que llevamos de siglo veintiuno, pero no ha recibido en nuestra tierra el reconocimiento que esperábamos. De hecho creo que nunca antes había cantado en el Maestranza, y sin embargo lo trató con tanta pasión y candor como cuando canta. Hizo propio un discurso de reconciliación con el arte y la belleza que a muchos nos llegó al corazón, y otros vitorearon con nuestra particular idiosincrasia andaluza. Lo cierto es que Blancas afrontó las Canciones Populares de Falla con la fuerza y el temperamento que le caracteriza, pero con un alarmante defecto de dicción que hizo incomprensible casi la totalidad de sus textos, con todos los inconvenientes que ello provoca. Solo acertamos a seguir casi en su integridad la Asturiana central, no obstante atisbar que su voz ha evolucionado suficientemente como para abordar estas páginas en un estricto registro grave y con una carnosidad extraordinaria. No le faltó ni un ápice de la pasión que presuponíamos y ofreció un Polo final desgarrador, no sin antes entonar una Nana con el punto de sentimiento y expresividad justo. Pérez acompañó con buen gusto y discreción, haciéndose valer de unas bellísimas orquestaciones de Ernesto Halffter, de inconfundibles mimbres impresionistas y siempre respetuosas con la gramática del compositor gaditano.
En El amor brujo sin embargo esa misma discreción en la batuta se volvió en su contra, ofreciendo una lectura de la partitura en algunos pasajes lánguida, y casi siempre al borde de la fuerza y el empuje que la pieza reclama. Hubo solos de trompeta, clarinete y violín sobresalientes, y un soberbio empaste en la cuerda, capaz de ofrecer pasajes llenos de ternura y emoción, como la Pantomima. En sus intervenciones la soprano ahondó en el registro grave de su voz e intentó con soltura combinar el canto aflamencado y racial con el más académico mezzosopranil, hasta que en la propina, un aria de La vida breve, recuperó su tesitura natural y, desde muy atrás y con el impagable acompañamiento de Tatiana Postnikova, demostró la soberbia proyección de su voz y el talante temperamental con el que afronta sus papeles, que a estas alturas abarca desde el clasicismo a la música contemporánea con absoluta profesionalidad.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
Blancas ha cantado en el Maestranza al menos dos veces que yo recuerde: protagonizó "L,'incoronazione di Poppea" y cantó en una gala lírica, creo que por el día de Andalucía o algo así.
ResponderEliminarAh! y también protagonizó "Pèleas etc Mélisande"
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