USA 2020 101 min.
Guion y dirección Eliza Hittman Fotografía Hélène Louvart Música Julia Holter Intérpretes Sidney Flanigan, Talia Ryder, Théodore Pellerin, Ryan Eggold, Sharon Van Etten, Mia Dillon, Drew Seltzer, Caroline Spiro, Salem Murphy, Kim Rios Lin Estreno en el Festival de Sundance 25 febrero 2020; en Estados Unidos 13 marzo 2020; en España 25 septiembre 2020
Ha sido toda una feliz casualidad ver esta película precedida de la decisión a última hora de ver un día antes Port Authority. Es como un programa doble en el que dos mujeres realizadoras adoptan su particular punto de vista sobre la vida en la gran ciudad, Nueva York en concreto, las oportunidades que brinda pero también lo dura que puede ser la experiencia en ella. Son además dos testimonios de lo mucho que hemos avanzado pero también el largo recorrido que queda todavía por hacer en un mundo aún fuertemente machista y homófobo. Y lo peor es que tal como están las cosas todo logro podría verse barrido de repente y casi sin previo aviso.
En su tercer largometraje como directora, tras las inéditas en nuestras pantallas It Felt Like Love y Beach Rats, que parecen ser trabajos preparativos de éste tan definitivo que por fin la hace visible, sobre todo tras premiarse en Sundance y Berlín, Eliza Hittman traza un arriesgado retrato de mujer adolescente en pleno proceso de madurez, fuertemente introvertida, sometida a una constante presión ante un mundo rural terriblemente masculinizado y que, como podemos comprobar cuando su enigmático título se hace patente, ha interiorizado un insoportable y nauseabundo dolor que amenaza con malograr su propia definición y autoestima. Todo ello en el ámbito de un forzado e indeseado viaje a Nueva York en compañía de su prima y mejor amiga, un personaje trazado con tanto cariño como sentido de la generosidad y la responsabilidad, para resolver un embarazo inoportuno e indeseado. Un viaje plagado de inconvenientes y zancadillas burocráticas en el que se ponen en entredicho mitos tan relacionados con la feminidad como el instinto maternal, y que podrían tener su punto de inflexión en la escena en que ambas protagonistas reflexionan sobre los inconvenientes de haber nacido mujer.
Un viaje quizás plagado de incoherencias, puede que como fruto de esa personalidad aún ingenua y pendiente de maduración, en el que como espectadores somos invitados a sufrir una serie de sensaciones hasta lograr ponernos en la piel de estas jóvenes atrapadas en la vorágine urbana y la sinrazón de un sistema que las oprime y estigmatiza. Hittman logra con una gramática precisa y austera provocar este sinfín de sensaciones, hacernos reflexionar sin argumentos teledirigidos y machacones, y que avancemos un poquito más en una problemática lejos de solucionarse y que sigue martirizando a millones de jóvenes de todo el mundo, aun en la creencia de que hemos avanzado mucho. Quizás si lo comparamos con aquellos países fuera de nuestro entorno donde el extremismo religioso ahoga a la mujer, puede que nos sintamos progresistas; pero si productos tan certeros como éste nos hacen ver la realidad de otra manera, comprobaremos que queda muchísimo por hacer. El insulto en el arranque del film, o el desdén con el que el padre ridiculiza a la protagonista, son ya meras señales de lo que está por venir y la huella que dejan en una personalidad quizás fuerte pero todavía pendiente de definir.
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