XI Festival de Música Contemporánea Zahir Ensemble. Juan García Rodríguez, dirección. Programa: Traces, de Helena Trave; Transparences y Antibes, de Eneko Vadillo; Erlantz, de Ramón Lazkano. Patio del CICUS, lunes 21 de septiembre de 2020
Quien salió beneficiado con este cambio fue el compositor malagueño Eneko Vadillo, un nombre cada vez más emergente dentro del panorama de la música española actual, y una figura inquieta también en el medio audiovisual, habiendo sido galardonado el año pasado con el Premio Jerry Goldsmith que concede el festival de música de cine de Úbeda, por su partitura para el documental Oscuro y Lucientes. Su música no es nueva en los auditorios sevillanos; ya la Sinfónica interpretó en 2006 Allure, ganadora del Premio Joaquín Turina ese mismo año, y Zahir Ensemble estrenó Antibes en su versión con electrónica añadida en mayo de 2015. En esta ocasión interpretaron su versión original de 2001 per solo flauto, que Alfonso Rubio defendió como un auténtico virtuoso, ciñéndose a sus numerosos arabescos y diversas florituras con fluidez y elegancia, por mucho que la pieza no deje de ser harto convencional e indudablemente fácil de escuchar para cualquier sensibilidad. La obra de Cendo fue sustituida por Transparences de Vadillo, ya transitada por el conjunto en el Teatro Central en mayo de 2012. En ella, dividida en tres partes, asistimos a una sucesión de encuentros y desencuentros entre los cuatro intérpretes, siguiendo las pautas de la música espectral, pero articulándose de forma bastante académica, bien construida pero fría en sus planteamientos expresivos.
Más interesante resultó Traces de la compositora estonia Helena Tulve, donde es posible apreciar influencias que van de la música espectral de la Escuela Francesa, con un estudio minucioso de la sonoridad y una valiosa investigación de las posibilidades tímbricas de los instrumentos, a la herencia cultural centroeuropea, con un uso imaginativo y muy elocuente de la percusión, destacando una copa musical frotada con arco. También con soluciones tan creativas como ésta se presentó Erlantz del francoespañol Ramón Lazkano, donde el arco frota los contornos de la campana del trombón, creando junto al resto de los ocho instrumentos un crisol de timbres y texturas intensamente hipnóticas y evocadoras, que sin las prestaciones de un conjunto tan disciplinado, versátil y experimentado como el Zahir Ensemble no hubiera sido posible. Lástima que esta sucesión de sensaciones durara apenas una hora, un breve encuentro con los sonidos del siglo XXI, cada vez más a nuestro alcance y nuestra sensibilidad, señal de que García y sus compañeros y compañeras están haciendo un excelente trabajo.
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