XXI Noches en los Jardines del Alcázar. Israel Fausto Martínez, violonchelo. Carmen Martínez Pierret, piano. Programa: Méditation Op. 33, de Mel Bonis; Fünk Stücke Op. 24, de Louise Adolpha Le Beau; Gavotte Op. 9, de Cécile Chaminade; Solitude, de Rita Strohl; Impressions, de Henriëtte Bosmans; Trois pièces, de Nadia Boulanger. Sábado 19 de septiembre de 2020Aplaudimos sin reservas iniciativas como ésta, la de la pianista Carmen Martínez Pierret de subir a los atriles las voces olvidadas de mujeres compositoras, algunas de las cuales tuvieron que abrirse camino con subterfugios y sangrantes obstáculos, mientras otras alcanzaron la fama en vida para pasar al olvido más absoluto, y a menudo injusto, tras la muerte. Voces que en esta lucha sin cuartel, todavía no ganada, por la igualdad y la propia realización de la mujer como persona independiente al margen del hombre del que casi siempre ha sido sombra, demuestran las muchas razones por las que no hay una Beethoven ni una Wagner entre sus congéneres. El concierto de anoche vino a confirmar que muchas de estas obras cayeron en el olvido por su propia dinámica, su falta de entidad suficiente para ser recordadas, mientras otras lo hicieron por el simple hecho de ser escritas por el otro sexo, tan marginado y a menudo despreciado. Pero la razón en un caso como en el otro es la misma, la falta de oportunidades y recursos a quienes durante siglos se les confiaron tareas de apoyo y secretariado al hombre, más proclive a desarrollar la creatividad que al contrario que a la mujer, no se la había negado. Por eso son mujeres pioneras, audaces, atrevidas, valientes y enormemente valiosas.
Israel Fausto Martínez y Pierret, el primero un habitual de estas noches estivales en el Alcázar
que afronta así su última semana de la presente temporada, mientras la segunda
creemos recordar que no acudía a esta cita desde hace ocho años, cambiaron
significativamente el orden del programa inicial y añadieron otras dos piezas
que ayudaron a encajar la escasa hora de duración que se les exige. Así fue muy acertado empezar con Mel Bonis,
una prolífica compositora francesa de finales del romanticismo que debió recortar
su nombre, Mélanie, para superar prejuicios y conseguir una mayor
consideración, con cuya Meditación
los intérpretes lograron introducir esa sensación de placidez y candor que
protagonizó la velada, a pesar de que ya se atisbaron los primeros tropiezos de un violonchelista que no tuvo ni de lejos su
mejor noche, a la vez que Martínez
Pierret acusó ya desde los primeros acordes una tendencia al mecanicismo
acentuada por el carácter ostinato
que prácticamente predominó en todas las piezas convocadas.
A partir de ahí las Cinco piezas Op. 24 de la pianista y
compositora alemana Luise Adolpha Le Beau fueron atacadas con mucha imprecisión, especialmente en un
chelo que no encontró el tono adecuado y fue más propenso de lo habitual a la estridencia y la falta de afinación,
a pesar de que Israel Martínez fue capaz de mantener en todo momento un timbre bello y homogéneo y un cuerpo
considerable. La poca consistencia de las obras interpretadas hasta
entonces, entre ellas una agitada gavota de la compositora también francesa
Cécile Chaminade, hoy discretamente recuperada, y un hermoso nocturno de la
pianista Rita Strohl, Réverie,
impecablemente defendido por un violonchelista al borde del éxtasis, dio paso a
un mayor interés musical de la mano de
la pianista y compositora holandesa Henriette Bosmans, de la que se
interpretaron dos de sus tres Impresiones,
el Cortejo con cierto carácter marcial
y la Noche calma, un nocturno lleno
de lirismo y sentimiento que el chelo defendió de forma impecable, emotiva y elegante, potenciando el misterio subyacente en las dos piezas,
presente también en las tres de la célebre Nadia
Boulanger, compositora, directora, pedagoga y pianista muy laureada en su
tiempo y como otras hoy insuficientemente divulgada. Sus tres piezas originales
para órgano encontraron en el piano un mejor vehículo para el lucimiento que
Pierret aprovechó convenientemente, mientras Martínez volvió a acusar inseguridad y un fraseo errático y
desentonado, por mucho que hicieran justicia al nervio y la vitalidad que
anuncia la última de estas tres piezas de una mujer singular.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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