Francia 2024 92 min.
Dirección Teddy Lussi-Modeste Guion Teddy Lussi-Modeste y Audrey Diwan Fotografía Hichame Alaouié Música Jean-Benoît Dunckel Intérpretes François Civil, Shaïn Boumedine, Toscane Duquesne, Mallory Wanecques, Bakary Kebe, Marianne Ehouman Estreno en Francia 27 marzo 2024; en España 11 julio 2025
Con una pasmosa pereza han traducido aquí el original No hagan olas, algo así como sin ruido (o sin aspavientos), por La acusación. Paradójicamente, su director y guionista, a partir de experiencias seudo personales, utiliza la expresión para contarnos su historia más bien con mucho ruido y más aspavientos. Con ella parece querer enmendar los alarmantes errores (y horrores) que abundaban en la, sin embargo, muy aplaudida La caza de Thomas Vinterberg, para centrar su atención y análisis ya no tanto en la falta de apoyo que sufre el profesor calumniado en su entorno social más inmediato, sino denunciar un sistema que desoye a una de las partes implicadas en el proceso, mientras da crédito y defiende de forma absolutamente garantista a la supuesta víctima.
Es como el problema de los ocupas, cuyo desalojo tanto cuesta merced a unas normas de raigambre progresista tan difíciles de entender como de encajar en una sociedad fuertemente capitalista donde la propiedad cobra tanto relieve y consideración. Claro que todo esto es según cómo se enfoque, y esta película, que sería peligrosa si no fuera por su escasa repercusión mediática, le da un enfoque ciertamente sensacionalista en el que se eluden muchos de los factores que intervienen en una institución académica cuando se produce una situación como la que plantea la película. Acierta en la falta de compromiso individual, la ausencia de esa doble versión que es exigible en cualquier crisis que se precie, la difícil tarea del profesorado de instituto, y la facilidad con la que podemos caer en picado cuando se plantea una situación tan evidentemente injusta como la que acontece a su torturado protagonista. Pero yerra al afrontar una sola mirada, siempre catastrofista, o utilizar tabúes del pasado para retorcer la trama.
Se sigue con interés como trama de intriga, pero carece de la fuerza y la convicción necesarias para plantear una cuestión tan delicada como ésta, que no se resuelve con argumentos tan reaccionarios, sino con un mayor talento a la hora de buscar precedentes y soluciones a los evidentes problemas de la educación pública, cada vez más machacada por la privada gracias a productos tan maniqueos como éste. En el guion, además del propio director, que en El precio del éxito dirigió a Maïwenn, quien luego contó con él para la extravagante Jeanne du Barry, interviene también Audrey Diwan, que firmó con más acierto el de El acontecimiento. Por su parte, el joven y atractivo François Civil salta de ser D'Artagnan en la última adaptación del clásico de Dumas, a este trabajo de mayor enjundia dramática.
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