Dirección Josh Trank Guión Max Landis Fotografía Matthew Jensen Intérpretes Dane DeHaan, Alex Russell, Michael B. Jordan, Michael Nelly, Ashley Hinshaw, Anne Wood
Estreno en España 2 de marzo de 2012
“Sea usted joven, vaya al cine”, con esta frase se publicitaba la asistencia a las salas de cine en los años 80, y es que de todas las personas es sabido que el cine atrae especialmente a la gente joven, dinámica, inquieta y libre aún de grandes responsabilidades. Por eso no es de extrañar que el cine siempre busque nuevas ideas y formatos para atraer a su público. Lo de cine clásico, ese que tanto nos está haciendo disfrutar últimamente con propuestas como las de Scorsese o Spielberg (lo de Hazanavicious es un fenómeno aparte digno de mayor análisis), se nos tiene que quitar de la cabeza. Si nuestras salas se llenan de espectáculos frenéticos y artificiales, a ser posible en 3D, no es sino para atrapar a ese público potencial con el que perpetuar lo que es más una industria que un arte. Por eso el mayor mérito de esta película presuntamente sorpresa (hace gracia comprobar como muchos de estos productos presumiblemente frescos y espontáneos son producto de un concienzudo y escrupuloso estudio de mercado) es su habilidad para dirigirse a ese público mayoritario y encima que se le aplauda como si se tratara de una genialidad. Los jóvenes Josh Trank, quien hasta ahora sólo tenía experiencia en la televisión, y Max Landis, hijo de John (director de Desmadre a la americana, Un hombre lobo americano en Londres, Granujas a todo ritmo y el video Thriller de Michael Jackson), han tenido la habilidad de trasplantar el formato de los reality show de la cadena especializada en público joven MTV (programas sobre búsquedas de pareja, noches de juerga, convivencias y viajes) al género de los superhéroes, dándole a todo una pátina de seriedad a partir de una iconografía muy identificable para el público anglosajón, la del gran drama clásico al estilo Shakespeare. El resultado deslumbra y convence, aunque repetimos no se trate sino de una muy calculada operación comercial con fecha de caducidad pero muy buenos dividendos. Un poco de filosofía trascendental para alejar a sus jóvenes personajes del habitual entorno de institutos invadidos por exceso de testosterona, y estilo de falso documental emulando los resultados conseguidos por cintas como Monstruoso, Paranormal Activity o la española Rec, lo que conlleva un forzado uso de la cámara en mano (siempre hay alguien grabando en el momento justo para que no perdamos detalle), lo que a su vez supone una perversión del estilo dogma, creado en Dinamarca para evitar cualquier tipo de artificio. Nos encontramos justo en el artificio del artificio, simular que es natural lo que no es sino manipulación artificiosa y antinatural de los recursos genuinamente cinematográficos. Pero la cosa funciona, porque si imaginamos esta misma historia, con todo lo que de original conlleva, contada de modo convencional, su poder de atracción para ese público al que busca desesperadamente se difumina de modo inevitable, y el espectáculo pierde fuerza aún en nuestra imaginación. Sus moralejas sobre responsabilidad y compromiso, haciendo un uso obsceno de los tópicos de siempre (familia desestabilizada, enfermedad, padre totalitario… típicos motivos para una adolescencia traumatizada y llena de rabia, desencadenante de la tragedia), buscan deslumbrar, subvirtiendo la línea habitual de los superhéroes para darles un aire más dramático y trascendental. El proyecto funciona porque sus responsables demuestran ingenio, pero el talento tendrán que demostrarlo en próximas ocasiones, porque lo de ésta es puro artificio.
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