España-USA 2012 119 min.
Guión y dirección Rodrigo Cortés Fotografía Xavi Giménez Música Víctor Reyes Intérpretes Cillian Murphy, Sigourney Weaver, Robert De Niro, Elizabeth Olsen, Leonardo Sbaraglia, Toby Jones, Joely Richardson, Craig Roberts, Jeany Spark, Garrick Hagon Estreno 2 de marzo de 2012
Tercer largometraje del realizador de la ingeniosa Buried (Enterrado), a quien no podemos por menos que reconocer los méritos que conlleva meterse de lleno en una producción al más puro estilo norteamericano, escrita e interpretada íntegramente en inglés, sin renunciar a una producción española, tanto económica como artística. Y lo reconocemos y admiramos porque son muchos los que durante mucho tiempo en este país han deseado al menos rozar la intrépida aventura que ha corrido este joven director sin duda con mucho esfuerzo y desde luego bastante talento. En esta ocasión nos cuenta una historia de videntes y supuestos superdotados en contraposición a científicos y escépticos, para trazar una parábola sobre la autoaceptación, la libertad, la integración y el respeto a la diferencia. El camino lo traza con estilo de thriller claustrofóbico, denso y espeso, en el que no faltan golpes de efecto, la mayoría innecesarios, y falsas pistas, que algunos considerarán trampas y otros simplemente recursos dramáticos. Cortés articula este espectáculo rotundo, repleto de figurantes, escenarios y situaciones, con pulso firme y mucha pasión, la misma que contagia al resto del equipo artístico y técnico. Otra cosa es que los resultados sean plenamente satisfactorios, pues nos encontramos ante una propuesta defectuosa, apasionada en exceso, ingenua en ocasiones, demasiado literaria (uno de los grandes defectos del cine español, reflejarlo todo en el guión, dejando pocas vías a la imagen y la sugerencia) y un poco manipuladora. Pero el entretenimiento está asegurado, así como la capacidad de su realizador y autor para mantener la intriga en un viaje hacia no se sabe dónde, preparándonos para la sorpresa en cualquier momento. Le ayudan unas más que solventes interpretaciones, incluida la de un comedido De Niro (hasta cierto punto, pues el personaje no demanda precisamente calma), y unos ingredientes adecuados, desde la tenebrosa fotografía de Xavi Giménez a la perturbadora música de Víctor Reyes, un compositor que no encuentra su estilo propio pero que resulta eficaz al abordar el de otros autores reconocibles, añadiéndoles algo de su propia cosecha. Particularmente nos parece muy saludable que haya un grupo de cineastas españoles con vocación internacional, más preocupados en el público y en crear industria que en el más narcisista objetivo de crear arte, por mucho que lo mejor sea una combinación de ambos fines. Después del éxito de Buried, Luces Rojas no decepciona y nos permite esperar de su director una gran obra posterior.
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