USA 2011, 100 min.
Dirección David Frankel Guión Howard Franklin, según la novela de Mark Obmascik Fotografía Lawrence Sher Música Theodore Shapiro Intérpretes Steve Martin, Jack Black, Owen Wilson, Brian Dennehy, Anjelica Huston, Rosamund Pike, Rashida Jones, Dianne Wiest, Jobeth Williams, Anthony Anderson, Kevin Pollock
Estreno en España 8 junio 2012
La idea de partida de este nuevo film del realizador de El diablo viste de Prada resulta atractiva. Es como si volviéramos a una de aquellas películas de carreras y competiciones a gran escala de los años 60, como La carrera del siglo o El mundo está loco loco loco loco, pero no como lo intentó hace unos años Ratas a la carrera, sino añadiendo algo de épica romántica, análisis generacional y consejo doméstico a la hazaña que pretenden realizar sus protagonistas. Para eso Howard Franklin, autor de los guiones de El nombre de la rosa, La sombra del testigo y El ojo público, título que también dirigió, se ha encargado de adaptar una novela sobre una competición americana muy poco o nada conocida en estos lares: La gran observación. Se trata de avistar cuantas más especies distintas de aves sea posible a lo largo de todo un año. Tres personajes de distinta condición y origen recorrerán Norteamérica de cabo a rabo en busca del tan ansiado récord. Los paisajes más extraordinarios están garantizados, fotografiados con una precisión y sentido del espectáculo propios de National Geographic, mientras los protagonistas van descubriendo en su ir de aquí para allá, con retornos continuos al hogar familiar, el sentido de sus propias existencias. Por eso lo de menos en su dramaturgia son los logros experimentados en su empeño por cada personaje, sino las relaciones entre ellos y con sus allegados. Esto podría haber dado lugar a un producto más que interesante e inteligente, pero pronto se descubre que no va más allá de clichés y lugares comunes mil veces llevados a la pantalla, con un detestable mensaje final incorporado, tan conservador como condenatorio para quien no comulgue con principios convencionales y supuestamente correctos para afrontar la vida. Interesante mientras proponía una escapada sabática a sus aguerridos protagonistas, acompañada de una mayor comunión con la naturaleza, alejada de las necesidades artificiales que nos hemos impuesto; deleznable cuando su propuesta deriva hacia el conformismo y la felicidad más convencional. Pero con todo resulta simpática, brinda una oportunidad única para disfrutar con parajes extraordinarios de la vasta geografía americana, y todo con el atractivo añadido de recuperar a la protagonista de Poltergeist, Jobeth Williams en una espléndida madurez, y de una terriblemente operada Anjelica Huston, que la ha dejado inexpresiva, como a tantas otras actrices.
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