Francia 2010, 104 min.
Dirección Philippe Le Guay Guión Philippe Le Guay y Jérôme Tonnerre
Fotografía Jean-Claude Larrieu Música Jorge Arriagada Intérpretes Fabrice Luchini, Natalia Verbeke, Sandrine Kiberlain, Carmen Maura, Lola Dueñas, Berta Ojea, Nuria Solé, Concha Galán Estreno en España 8 junio 2012
Aunque la música de Jorge Arriagada, colaborador habitual de Raúl Ruiz, justo en el arranque de la película, hace presagiar lo peor, mucho tópico y más folclore, lo cierto es que las chicas del título, mujeres españolas que en la década de los 60 tuvieron que emigrar a Francia para trabajar en el servicio doméstico, son tratadas con mucho respeto e incluso cariño en esta amable cinta. Es verdad que definir un personaje como el que interpreta Fabrice Luchini como un gestor financiero con buenos sentimientos es poco menos que un insulto en los tiempos que corren, y que el argumento alrededor del cual giran las anécdotas del grupo de mujeres en cuestión es tan endeble como poco verosímil, dentro de un guión además plagado de ingenuidades. Pero lo más emocionante de esta película es que esta historia ya la habíamos contado en España justo cuando ocurría, en aquella mítica Españolas en París de Roberto Bodegas, con Laura Valenzuela y Ana Belén entre sus protagonistas, y que ahora son quienes las acogieron los que cuentan su particular visión de la historia. Y es fácil identificar situaciones y personajes con las que hemos estado conviviendo desde hace algunos años aquí en nuestro país con mujeres llegadas de países como Ucrania. Detrás de ellas hay verdades como puños, tragedias, familias abandonadas; se reúnen en congregaciones religiosas, pasean por parques en comunas para contarse sus chascarrillos… exactamente igual que el retrato que ofrece esta simpática película pero allí en Francia, hace cincuenta años y con españolas como protagonistas. Europa nos tutelaba y justo ahora nos lo recuerda esta cinta, cuando aunque sea desde otro prisma Europa se dispone a tutelarnos de nuevo, pero esta vez chupándonos soberanía e imponiéndonos injustas condiciones. Con todas sus irregularidades y sus lugares comunes, la función se ve con agrado, sin molestar, y se beneficia de un buen plantel de actrices que parecen sacadas de Almodóvar (con Berta Ojea sustituyendo a Rossy De Palma y Natalia Verbeke a Penélope Cruz). Sólo el inmenso cariño que en Francia le tienen a Carmen Maura justifica un César a la mejor actriz secundaria, ya que su actuación no es precisamente de referencia. Pero lo que no tiene justificación es que en nuestra ciudad nos impidan verla en su versión original, disfrutando de los continuos cambios idiomáticos de los personajes, de modo que no nos queda más remedio que acudir a la perseguida pero consolante opción del pirateo a través de Internet si se quiere disfrutar de la película como es debido.
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