Dirección Wes Anderson Guión Roman Coppola y Wes Anderson Fotografía Robert Yeoman Música Alexandre Desplat Intérpretes Jared Gilman, Kara Hayward, Bruce Willis, Frances McDormand, Bill Murray, Edward Norton, Tilda Swinton, Jason Schwartzman, Bob Balaban, Harvey Keitel Estreno en España 15 junio 2012
Wes Anderson se confirma definitivamente con esta película como el rey de los marcianos cinematográficos del momento. Perteneciente a esa pandilla entre pedante y a menudo insufrible que forman otros cineastas contemporáneos como, entre otros, Soderbergh, los Coen, o Clooney, Anderson se rodea por lo tanto por sus amiguetes para ofrecernos una suerte de cuento infantil alrededor del amor adolescente, naturalmente primer amor, a la francesa (“fou”) y con estética de casa de muñecas desplegable y sesentera. Como la Guía para jóvenes de iniciación a la orquesta de Benjamin Britten con la comienza la cinta, Anderson propone una serie de ingredientes de primera calidad que han de ensamblarse y mezclarse convenientemente para que surja un cocido suculento e interesante. El problema es que acierta con los ingredientes pero fracasa con la cocina. Ahí está la espléndida selección musical, no sólo la simpática y original compuesta por Alexandre Desplat, sino los clásicos pop y country de Hank Williams o Françoise Hardy, y sobre todo la música de Britten, entre la que también destaca su ópera infantil El diluvio de Noé, que según confiesa Anderson fue el verdadero detonante inspirador de esta película, debido a sus propios recuerdos infantiles. La estética es otra de las grandes preocupaciones del realizador, patente en títulos como Fantastic Mr. Fox (animación stop motion), Viaje a Darjeeling (colorista fábula, también vacua, ambientada en la India) o Life Aquatic (un descafeinado Capitán Nemo que se mueve en decorados a lo Meliés), y este título no es una excepción; cada encuadre está milimétricamente diseñado, y en más de una secuencia es evidente la influencia-homenaje a la iconografía de Edward Hopper, ahora que está tan de moda en nuestro país (el faro y la caseta de policía, el uniforme de la trabajadora social, la telefonista…). Otro suculento ingrediente es el atractivo y nutrido reparto, eso sí lleno de marcianos incondicionales de este selecto y pretencioso grupo aludido (atención a Tilda Swinton reconvertida en Greer Garson). En fin, elementos que hacen que el espectáculo sea entretenido y disfrutable, pero qué nos cuenta, dónde quiere llevarnos. Ahí es donde falla este guiso insípido y vacío. Al final se experimenta con la música de Desplat lo mismo que se había hecho al principio con la de Britten, deconstruirla, pero se antoja una empresa estéril, toda vez que no hemos conseguido construir nada durante la proyección con los lujosos ingredientes empleados por el sobrevalorado Wes Anderson, siempre preocupado por la vida en comunidad (la madriguera de Fantastic Mr. Fox, la familia cómo no disfuncional de Los Tennenbaum) y la necesidad de un núcleo familiar… en fin.
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