Dimitri Ashkenazy |
Hay vida musical más allá del Maestranza, la Sinfónica y la Barroca, y una demostración es la Bética de Cámara. Michael Thomas puede haberse quitado la espinita de la Orquesta Joven de Andalucía porque en sus manos esta formación pionera ha alcanzado niveles que superan la dignidad para colarse directamente en la excelencia.
Sirva esto de llamada de atención para aquellos melómanos que llenan sin pestañear los aforos del coliseo y las iglesias, y sin embargo se resisten a frecuentar el acogedor teatro de la calle Laraña, no vaya a ser que esta orquesta languidezca como hiciera el ciclo de cámara de la Fundación Cajasol, lo que nos dejó fuera del mapa de giras de los grandes intérpretes que se pasean por el resto del país.
Con gran dinamismo, entusiasmo y ataques contundentes, pero sin sobrepasar en ningún momento los límites de la elegancia y la contención, Thomas condujo un sensacional concierto sin apenas imprecisiones, un sonido compacto y bien ensamblado, potenciado por la buena acústica de la sala, y un trabajo destacado en trompas y timbales.
No hay notas hermosas en los pentagramas si la interpretación no les hace justicia, y en esta ocasión tanto la orquesta como Dimitri Ashkenazy, hijo del insigne pianista, consiguieron que la belleza asomara sin complejos. Sirvieron una brillante versión del famoso Concierto para clarinete de Mozart, con el solista brillando más en el rondó final que en el algo más mecánico allegro inicial, si bien su adagio mantuvo el lirismo necesario para salir airoso de la empresa. Sólo dos reparos en relación al programa de mano, que no se relacionen los mayoritariamente jóvenes integrantes del conjunto ni se divulgue el contenido ni la fecha de la próxima cita; nosotros estaremos atentos.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
No hay comentarios:
Publicar un comentario