Un año más profesionales y advenedizos (entre los que me encuentro) del Cine Andaluz se dieron cita en la ya tradicional gala de los Premios de la Asociación de quienes escribimos sobre o para el cine en Andalucía. Siempre he defendido esta ceremonia por encima de otras más encorsetadas y pretenciosas que se producen en nuestro país, y que en más de una ocasión no hacen sino imitar el inimitable e inmejorable modelo americano de los Oscar. Naturalmente no podemos comparar la gala del cine andaluz, reflotada con enorme ahínco, ingenio y mucho esfuerzo por Javier Paisano, su presidente, y un equipo humano cuyo altruismo es digno de elogio, con la más costeada y apoyada del cine nacional; pero hubo un tiempo en el que también las nuestras tenían glamour y chispa, donde se descubrieron talentos como el de Paco León o José Luis García Pérez, o se armaron saraos irrepetibles como el protagonizado por la familia Bardem en la que se celebró en los desaparecidos cines Rialto de la capital andaluza.
Pero siempre, entonces y ahora, destacaron por la naturalidad, la frescura y la gracia de sus participantes, frente a la impostura de otros eventos con guión de manual rancio y aburrido.
La de esta ocasión, celebrada en el precioso teatro que la Fundación Cajasol tiene en la Plaza de San Francisco frente al Ayuntamiento de la ciudad, destacó en emoción y sinceridad; se repartieron veintitrés galardones con un ritmo encomiable y una gracia extraordinaria. El periodista Rafael Pontes y su homónima cordobesa Marta Jiménez condujeron una edición más la gala con mucha gracia y reflejo. El doble hubiera durado, el doble hubiéramos disfrutado. Para el recuerdo el momento en que la diseñadora de vestuario de The Extraordinary Tale, Esther Vaquero, dejó caer el trofeo, que siendo de cristal se hizo añicos. El incidente se resolvió con tanta ocurrencia como simpatía y todos los asistentes acabamos a carcajadas.
Sirvió la recepción posterior para limar asperezas y demostrar que hemos avanzado mucho en educación y tolerancia.
A Joaquín Ortega lo quiere matar una mujer, no yo |
Lo dicho, los premios ASECAN fueron una fiesta, una lección de vida y un motivo más para sentirse orgulloso de vivir en nuestra tierra. La relación de premiados, entre los que sobresalen Caníbal, ¿Quién mató a Bambi?, The Extraordinary Tale, A puerta fría y Ali, la pueden encontrar en la web de la asociación, donde también se relacionan esos otros premios que singularizan nuestra apuesta y la desmarcan de los consabidos Oscar, César, Goyas, Bafta y similares que siguen un mismo patrón, como son los premios a labor informativa, divulgación, libros de cine y homenajes no sólo a cineastas sino también a instituciones o, como en esta ocasión, empresarios andaluces.
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