Carles Magraner |
El concierto del pasado jueves en la Iglesia de la Anunciación fue consecuencia del cruce de dos caracteres inquietos e inconformistas, el de Álvaro Garrido, coordinador siempre a flote de esta muestra universitaria de música antigua; y el de Carles Magraner, comandante de uno de los conjuntos más polifacéticos y emblemáticos en esta especialidad, la Capella de Ministrers, auténticos juglares al servicio no ya de trovadores si no de los oídos más exquisitos y exigentes.
Sin estudiosos como ellos no hay progreso. Durante siglos no ha habido oportunidad de disfrutar de la música medieval y renacentista como lo hacemos hoy. Las investigaciones musicológicas y el afán de gente como la que integra la formación valenciana, que en Sevilla se presentaron reducidos a cuarteto, logran retrotraernos y hacernos evocar el pasado de la forma más fidedigna posible. Músicas que se transmitieron por el folclore tradicional pero que fueron desvirtuándose en la manera de interpretarse y hoy logran sonar más nuevas y modernas que Chaikovski o Chopin.
Para la ocasión Capella de Ministrers echó mano de uno de sus primeros trabajos de los cuarenta que llevan registrados, el Lamento di Tristano en torno al mito de Tristán e Isolda. Un baile italiano de origen toscano, pura polifonía profana conservada en la Biblioteca Británica, que adornaron con piezas del Manuscrito de Londres, el francés del Rey y Cantigas de Alfonso X el Sabio sobre el mismo mito. Trotos, saltarelos (danzas napolitanas muy populares en las cortes medievales europeas) y estampidas que presentaron hace doce años con coreografías de Santiago Sempere y puesta en escena de Bigas Luna. Una compleja labor de recuperación a partir de la difícil decodificación de neumas o notaciones primitivas que permiten aproximarnos a la estética de la época sin por ello evitar un considerable trabajo de invención. El resultado fue un viaje embriagador, dominado por la fineza y la elegancia de Magraner en las violas, la versatilidad de David Antich en las flautas, la creativa percusión de Pau Ballester, y el arpa y la zanfoña de Juan Manuel Rubio, todos integrantes históricos de la veterana formación. Aromas arábigos y españoles de imponente tersura y poder de seducción, evocando tanta pasión y serenidad como desprendía la amada Isolda.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 1 de febrero de 2014
¡Gracias por tus palabras! de una sensibilidad exquisita...No pude asistir al concierto (vivo lejos de Sevilla...) y casi daba por sentado que no defraudaría. Esperemos que nuestra ciudad nos siga/ os siga regalando conciertos como el de la Capella de Ministrers, trabajo, hay mucho trabajo detrás del MAUS y de otros festivales que se organizan en la ciudad. Trabajo, ilusión y espíritus inquietos e inconformistas como bien dices. De nuevo, gracias. Saludos desde Cracovia...
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