martes, 14 de abril de 2015

NEOPERCUSIÓN EN CIMOCC'15: CALEIDOSCOPIO DE SENSACIONES

X Ciclo de Música Contemporánea de los Conservatorios CIMUCC’15. Neopercusión: Juanjo Guillem, Rafael Gálvez y Antonio Picó. Programa: Stonewave, de Rolf Wallin; Mantra, de Ramón Humet; Arquitecturas del Eco, de José Mª Sánchez-Verdú; Hypnos, de Jesús Navarro; Ostinato, de Giorgio Battistelli. Auditorio del Conservatorio Francisco Guerrero, lunes 13 de abril de 2015

De izquierda a derecha: Antonio Picó,
Rafael Gálvez y Juanjo Guillem
El enorme esfuerzo y entusiasmo que sus artífices están dedicando a este ciclo de música contemporánea en su décima edición, tiene reflejo en propuestas como la de ayer lunes, un conjunto de referencia en formación de trío, con veinte años y muchos kilómetros a sus espaldas, ofreciendo una gran variedad de fuentes y estilos ante el escaso público, aunque algo más numeroso de lo que es habitual en estos acontecimientos, congregado en el Auditorio del antiguo matadero. Lo que alarma es que habiendo seguramente un nutrido alumnado de percusión en sus aulas, la inmensa mayoría no aprovechara la ocasión de aprender y disfrutar con estos reputados músicos, curtidos en orquestas tan señeras como la Nacional de España.

El programa estuvo exquisitamente diseñado y articulado, a través de piezas dinámicas y muy contrastadas de grandes maestros internacionales en los extremos, y otras tres españolas jugando a la experimentación y la innovación en el centro, cuyo eje lo conformó una obra de la que Neopercusión está manifiestamente satisfecha, la que Sánchez-Verdú compuso por encargo suyo en 2008 y cuya audacia y belleza expresiva, servida con calidez y suma brillantez, mereció el dilatado y enfervorecido aplauso de un público en su mayoría muy joven.

A los sonidos primitivos del noruego Wallin, sometidos a un rigor casi matemático y un juego armónico preciso, siguieron las notas relajantes y espirituales del catalán Humet, que somete los cuencos tibetanos a una perversión justo a mitad de la pieza, con el fin de generar inquietud y desasosiego. La del joven santanderino Jesús Navarro es una obra más convencional aún en su vocación de experimentar con sonidos acústicos y amplificados, destinada a ilustrar sueños de carácter tenebroso con una estética cinematográfica. Battistelli y su apoteosis catárquica de tambores, timbales, baterías y bombos puso el toque industrial a un suculento pastel para el que el grupo contó con un nutrido conjunto de instrumentos y que Guillem abordó con responsabilidad didáctica a través de largas y vacilantes explicaciones.

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