Francia-Bélgica 2014 106 min.
Dirección Eric Lartigau Guión Victoria Bedos, Stanislas Carré de Malberg, Thomas Bidepain y Eric Lartigau Fotografía Romain Winding Música Eugueni y Sacha Galperine Intérpretes Louane Emera, Karin Viard, François Damiens, Eric Elmosnino, Roxane Duran, Ilian Bergala, Luca Gelberg, Mar Sodupe, Stéphan Wojtowicz, Jérôme Kircher, Bruno Gomila Estreno en Francia 17 diciembre 2014; en España 24 abril 2015
El cine francés ha alcanzado en los últimos años una envidiable posición gracias a una sabia combinación en la que se dan la mano calidad y acierto comercial. Esta película nominada a cinco Césars en la pasada edición de los premios de la Academia Francesa, es un buen exponente de ello. El realizador Eric Lartigau sabe bien lo que es retratar a una familia, no en vano se curtió dirigiendo hace una década una serie de televisión titulada La familia Guérin. Después de aquello apenas lo conocemos por haber dirigido uno de los episodios de la comedia coral Los infieles, a mayor gloria de los galanes Jean Dujardin y Gilles Lellouche. Ahora exhibe su talento al servicio de una entrañable historia protagonizada por una familia sorda que lejos de vivirlo como una incapacidad, lo consideran más bien una cuestión de identidad que no los hace distintos a los demás, simplemente los hace particulares, con sus ventajas y sus limitaciones. Una mera cuestión de identidad como pueda serlo la estulticia e incompetencia que aqueja a nuestra clase política. La oveja negra, en una delicada e inteligente inversión de los papeles, resulta tener un don que paradójicamente la hace diferente al resto de sus adláteres, sean familia, vecinos o compañeros y compañeras de clase. La falta de apoyo y la incomprensión de los suyos irá tejiendo una trama, manteniendo en todo momento un saludable tono amable, en la que otras historias, románticas, cómicas o políticas, van formando un simpático patchwork que invita a reflexionar sin complejos ni pretensiones. Entre la esforzada interpretación de los veteranos Karin Viard y François Damiens, obligados a aprender lenguaje de signos y exagerar sus gestos, y el equilibrado trabajo de Eric Elmosnino, que da vida al contrapunto arrogante que sin embargo sirve de estímulo a la joven protagonista, destaca precisamente ésta, una joven promesa del cine galo que se defiende estupendamente tanto interpretando como cantando, y que ha sido justamente recompensada con un César a la mejor actriz revelación. Todo dentro de un conjunto en el que los colores, la música, el paisaje, el buen gusto y la belleza se combinan para hacer pasar al espectador un rato agradable, emotivo y, por qué no, hasta un poquito lacrimógeno.
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