Dirección Gracia Querejeta Guión Gracia Querejeta y Santos Mercero Fotografía Juan Carlos Gómez Música Federico Jusid Intérpretes Maribel Verdú, Marian Álvarez, Eduard Fernández, Antonio de la Torre, Nora Navas, Alex O'Dogherty, Paula Cancio, Marcos Ruiz, Ginés García Millán Estreno 10 abril 2015
En la irregular filmografía de Gracia Querejeta abundan los títulos sobrevalorados; basta recordar el último, 15 años y un día, una insufrible y malograda crónica sobre la adolescencia en un entorno difícil. Rara vez la hija del productor Elías Querejeta ha acertado en su análisis de la sociedad en la que vivimos, su perpetuo leit motiv a la hora de ponerse tras la cámara. Recordamos especialmente Héctor, que en su retrato también de una personalidad joven e introvertida llegó a insuflar de mayor poesía su particular universo sentimental y humano. Con Maribel Verdú en su tercera y consecutiva película como protagonista a sus órdenes, propone ahora una disección dura y atrevida de la condición de la clase media actual, sumida en una crisis tan social como económica, donde la pérdida de valores y principios éticos se desarrolla en sentido proporcionalmente inverso a la ansiedad de riqueza materialista. Con un argumento bien articulado a fuerza de inquietantes giros, el primero de los cuales la publicidad ya se ha encargado de reventar, la película pretende erigirse en un ensayo incisivo sobre la codicia, a través de una fiesta familiar en la que amigos y parientes acaban por desenmascararse en un ejercicio en el que sólo la inocencia, representada en el más joven de los protagonistas, sale bien parada. Todos y todas en este drama escénico quieren conseguir sus objetivos, sean en el marco del materialismo puro o en el presuntamente más espiritual de los sentimientos, al precio que sea. No por casualidad produce Gerardo Herrero, cuya mejor película como realizador analizaba también el valor de la amistad cuando el dinero entra en juego, aunque desde un punto de vista más constructivo y costumbrista, en Las razones de mis amigos. Ahora el guión tejido por la propia Querejeta y e hijo de Antonio Mercero, que también colaboró en el libreto de la anterior película de ficción de la realizadora, ofrece al menos un competente entretenimiento, por momentos incluso absorbente, en el que el melodrama se da la mano con la comedia y el thriller con naturalidad y buen oficio. Lástima que se eche en falta una mayor dosis de mala leche, que el mal rollo imperante se quede algo corto, y que los intérpretes se esfuercen con solvencia a pesar de que la dirección no logre extraer de ellos un perfil más definido e inquietante. No falta incluso la danza ritual en torno al rey dinero, a través de una muy obvia, incluso ridícula y algo cursi, interpretación coral del Money Money de Cabaret. Y por supuesto se reincide en esa manía española de retratar una clase burguesa sofisticada y terriblemente atractiva a la que muy pocos y pocas tienen acceso y que se aparta por lo tanto de nuestra verdadera realidad social. En el apartado técnico, destacar la melódica e inspirada música de Federico Jusid, con momentos tan conseguidos como el subrayado pianístico de uno de los pasajes más trágicos de la función. En la conclusión de este parcialmente logrado análisis sobre la condición humana sólo cabe la negrura y la desesperanza.
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