Italia 2014 96 min.
Dirección Ettore Scola Guión Ettore, Paola y Silvia Scola Fotografía Luciano Tovoli Música Andrea Guerra Intérpretes Vittorio Viviani, Sergio Rubini, Antonella Attili, Tommaso Lazotti, Giacomo Lazotti, Sergio Pierattini Estreno en Italia 12 septiembre 2014; en España 30 abril 2015
Aunque de estilo y forma de trabajar muy diferentes, la trayectoria profesional de Ettore Scola y Federico Fellini anduvo a menudo paralela, no en vano fueron extraordinarios amigos y compartieron aficiones e inquietudes así como una imperturbable amistad con Marcello Mastroianni, al que cada uno dirigió en diversas ocasiones, Fellini como atractivo alter ego y Scola como paradigma del italiano medio. Con estos precedentes no es extraño que a sus ochenta y tres años, y coincidiendo con el vigésimo aniversario del fallecimiento del autor de La dolce vita, el director de Una jornada particular, La familia y El salón de baile le rinda un emotivo y muy personal homenaje, con ayuda de sus hijas en el guión. Tenemos así una doble declaración de amor, la de un compañero y amigo y la de unas hijas, juntos los cuales han forjado este emotivo y singular tributo. No podemos calificar la cinta exactamente como un documental, pues combina ficción y material de archivo para construir el perfil de un genio desde el punto de vista de alguien que lo conoció muy bien y lo quiso como un hermano, hasta tal punto que a los realizadores de jóvenes los interpretan los hermanos Tommaso y Giacomo Lazotti. Presta una especial atención a la época en la que el cineasta se enroló en la revista satírica Marc’Aurelio como viñetista, aprovechando para analizar el espíritu flexible y voluble del italiano típico, personificado en el director de la publicación, un Sergio Pieranttini que presume de comunista mientras evoca un perfil más bien fascista. Tanto dedica Scola a este episodio que descompensa la estructura del film, siendo esto quizás lo único reprochable a una película en la que el actor Vittorio Viviani va recorriendo los míticos estudios Cinecittá mientras narra los acontecimientos que Scola ha seleccionado de entre los muchos que podrían tejer este sentido, original y entretenido homenaje. Los hipotéticos viajes en coche de la pareja de cineastas con una prostituta (Antonella Attili), personaje recurrente en ambas filmografías, y especialmente con un artista callejero (Sergio Rubini), que sirve para destacar el papel del azar en la construcción del genio y el mito, se erigen en dos de los momentos más ingeniosos de una película en la que el material de archivo depara joyas como Orson Welles opinando de forma esquemática y contundente sobre Fellini, el conmovedor adiós de los romanos al genial cineasta el 31 de octubre de 1993, o el inevitable collage final con secuencias de su filmografía al ritmo de Nino Rota y su Passarella di addio de Ocho y medio. Por cierto, el encargado de la banda sonora, Andrea Guerra, fue el autor de la música incidental de Nine, la adaptación al musical de aquel mítico título felliniano, que en esta ocasión acierta en imitar a Nicola Piovani en su faceta de compositor de las bandas sonoras de las últimas películas de Fellini siguiendo a su vez el estilo del imprescindible Rota. En fin, un trabajo imprescindible para incondicionales del cineasta, que completa su propia Intervista.
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