Francia 2014 102 min.
Dirección Thomas Lilti Guión Pierre Chosson, Baya Kasmi, Julien y Thomas Lilti Fotografía Nicolas Gaurin Música Jérôme Bensoussan y Nicolas Weil Intérpretes Vincent Lacoste, Reda Kateb, Felix Moati, Jacques Gamblin, Marianne Denicourt, Carole Franck, Philippe Rebbot Estreno en el Festival de Cannes 22 mayo 2014; en Francia 3 septiembre 2014
El cine francés, al contrario que el nuestro, no pierde oportunidad de plasmar la realidad social, política y económica del momento, caracterizada por una crisis en la que muchos se han escudado para destruir el estado de bienestar social que con tanto esfuerzo y dedicación se ha ido construyendo durante décadas. Hace apenas unos años en Sicko, Michael Moore ponía como ejemplo de sanidad competente y bien remunerada a la francesa. Hoy un médico hijo de médicos denuncia esa misma sanidad seriamente adulterada tras pasar por el filtro de los intereses mercantilistas, descuidar a sus facultativos, con la desmoralización y desmotivación que ello conlleva, y convertir al enfermo en mera estadística al que mantener con vida simplemente para disfrazar un sistema que no resuelve los problemas que se le presentan de forma científicamente depurada y humanamente aceptable. El resultado, como en nuestro país, depara un descontento general y la sensación de habernos convertido en meras fichas de un tablero de juego en el que lo de menos es mantener un nivel mínimo de dignidad y eficiencia. Con una puesta en escena ágil y comprometida, Lilti maneja todos los resortes de este drama con magisterio y profesionalidad, contando para ello con unas esmeradas interpretaciones, especialmente la muy matizada y detallista del argelino Reda Kateb, galardonado con el César al mejor secundario, y un argumento en el que convergen diversos historiales clínicos, algunos de los cuales se hacen francamente duros de seguir por su realismo y su compromiso sentimental y humano. Un film por lo tanto necesario y contundente, que se pudo ver en el Festival de Gijón y con el que la cinematografía gala vuelve a demostrarnos su seria tendencia a erigirse en portavoz de los desfavorecidos.
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