Dirección Andrés Luque Pérez y Samuel Martín Mateos Guión Andrés Luque Pérez, Samuel Martín Mateos, Javier Echániz y Juan Gil Bengoa Fotografía Juan Carlos Gómez Música Xavier Font Intérpretes Juana Acosta, Carmelo Gómez, Adriana Ugarte, Félix Gómez, Iván Luengo, Juan Pablo Shuk, Norberto Trujillo, Toni Acosta, Pablo Martín Estreno 30 abril 2015
Absorta en su dolor y su deseo de venganza, María, una joven y guapa madre colombiana, viaja en el autobús mientras otros pasajeros y pasajeras celebran el carnaval de Santa Cruz de Tenerife. Esta breve secuencia resume a la perfección lo ajeno que estamos la mayoría de las personas que vivimos en los países más privilegiados del Mundo ante el sufrimiento, la barbarie y el calvario al que se enfrentan a diario millones de personas condenadas a continuas guerras, conflictos, odios y salvajadas de todo tipo. Ella, en concreto, busca venganza por el padecimiento extremo vivido en su tierra y que le ha marcado, a ella y su pequeño hijo, de por vida. Gerardo Herrero produce ahora con más acierto que cuando hizo La ignorancia de la sangre, este drama quizás algo folletinesco pero indudablemente efectivo a la hora de azotar, o al menos remover, nuestras burguesas conciencias. El individualismo se encuentra en el eje de esta tragedia en la que incluso los más generosos esconden razones para satisfacer sus propios egos y necesidades. Ahí entra el incomprendido personaje con el que Carmelo Gómez ha anunciado su retirada del cine, un cambio de registro que le hace viajar del tipo duro y decidido al que habitualmente da vida, y el anterior trabajo de estos realizadores, Agallas, es un ejemplo, hasta un tipo sensible y blando que marca una visagra entre el pasado amargo de la protagonista un futuro quizás no muy esperanzador pero que al menos esconde alguna posibilidad para apaciguar tanto dolor e impotencia concentrados. Cabe reprocharle a sus directores y guionistas ser demasiado explícitos al mostrar los acontecimientos, igualmente habrá quien los tache de tramposos a la hora de mostrar argumentos, pero el ánimo depositado en el film demuestra que tienen claro lo que quieren contarnos y porqué, y que lo hacen con generoso espíritu humano y sensible, contando para ello con las espléndidas interpretaciones de Juana Acosta y el joven Iván Luengo, cuya caracterización como niño traumatizado contiene más matices de los que muchos adultos son capaces de esbozar en sus interpretaciones. Poco hacía presagiar, viniendo de Málaga sin premio bajo el brazo, que esta segunda película de estos directores gallegos fuese a depararnos tan estimulante sorpresa, dominada por la seriedad de su narrativa y puesta en escena, lo que hace que algunos defectos de ritmo y montaje sean fácilmente perdonables.
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