USA 2015 100 min.
Dirección Jean-Marc Vallée Guión Bryan Sipe Fotografía Yves Bélanger Intérpretes Jake Gyllenhaal, Naomi Watts, Chris Cooper, Judah Lewis, C.J. Wilson, Heather Lind, Polly Draper, Wass Stevens, Debra Monk, Blaire Brooks, Ben Cole, Brendan Dooling Estreno en el Festival de Toronto 10 septiembre 2015; en Estados Unidos 8 abril 2016; en España 1 julio 2016
Desde su ya lejana carta de presentación con C.R.A.Z.Y., el realizador canadiense Jean-Marc Vallée ha buscado incansablemente su lugar en Hollywood con películas tan diversas como La reina Victoria, un drama histórico romántico protagonizado por Emily Blunt, Dallas Buyers Club, que le valió el Oscar a Matthew McConaughey, y Alma salvaje, un esforzado trabajo de interpretación para Reese Witherspoon mientras se busca así misma haciendo senderismo con mochila a cuestas. Ahora le toca el turno de ponerse a sus órdenes y demostrar de nuevo sus aptitudes como actor a Jake Gyllenhaal, acostumbrado a aparecer en películas notables que no logran el respaldo comercial suficiente (vg. Nightcrawler) y que por este trabajo ha recibido los mayores elogios de la cinta, aunque mucho nos tememos no repetirá la hazaña de sus compañeros y compañeras antes mencionados de llegar finalistas a los premios de la Academia. Más por su carisma y encanto personal que por su esfuerzo interpretativo, es verdad que Gyllenhaal justifica el visionado de este film regular en sus planteamientos y premisas. Se trata de la sempiterna crónica del duelo por la pérdida de un ser querido, en plan catarsis y con desmadres tan propios de una sociedad cada vez más desquiciada como la americana. La mayor originalidad de la cinta es situar al protagonista por la senda de la locura, exhibiendo cómo puede ser esa peligrosa frontera que nos lleva de ser seres civilizados y maleables a personas totalmente enajenadas y encerradas en sí mismas, y sin embargo redimirle de tan escabroso proceso y devolverle a sus cabales por una serie de puntos de inflexión más propios del culebrón televisivo que de un film serio. Y es que en el camino son muchos los lugares comunes y los convencionalismos de los que se abusa como para inquietar un mínimo. La relación con Naomi Watts y su hijo rebelde e inadaptado consiguen elevarse por encima de un conjunto que decepciona más que convence. Una curiosidad, Chris Potter hace el mismo parlamento que Carmen Machi en Rumbos cuando ambos se lamentan de haber perdido un hijo o una hija...
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