Francia 2016 97 min.
Guión y dirección Olivier Ducastel y Jacques Martineau Fotografía Manuel Marnier Música Gäel Blondet, Pierre Desprats, Kuntur, Karelle Kuntur, Victor Praud Intérpretes Geoffrey Couët, François Nambot, Georges Daaboul, Mario Fanfani, Elodie Adler, Bastien Gabriel, Claire Deschamps Estreno en el Festival de Berlín 15 febrero 2016; en Francia 27 abril 2016; en España 15 julio 2016
Olivier Ducastel y Jacques Martineau deben ser como los David Menkes y Alfonso Albacete franceses, que tras dirigir varias películas petardas, como Jeanne y el chico formidable, Crustacés et coquillages y Nacido en el 68, se embarcan ahora en un experimento más serio y supuestamente transgresor. El arranque en un club de sexo gay, veinte minutos de frenética orgía explícita rodada más con carácter de observación que como vehículo para la excitación, sirve para argumentar que el verdadero amor se puede encontrar incluso en lugares en principio tan sórdidos como éste. Los dos jóvenes protagonistas, por supuesto guapos, sin pluma y con una esmerada formación (nada de estilistas ni decoradores), se encuentran allí después de que uno fije su mirada obsesivamente en el otro y sus quehaceres Después salen a la calle, recorren París en bicicleta y a pie, en tiempo real y cronometrado, hasta que surge un giro de inflexión, cuando se estremecen porque se dan cuenta del peligro de no usar condón. Claro, es lo que pasa cuando se frecuentan lugares no recomendables y se lanzan a placeres infinitos, que viene el castigo. La película entonces extiende su vocación didáctica, esta vez para mostrarnos cómo se trata una posible infección de VIH. Los lugares comunes, los besos, caricias y abrazos, unidos a las sempiternas palabras de amor como preludio a una relación que posiblemente tiene fecha de caducidad, la pretenden convertir en el Love Story gay del momento, y desde luego ternura no le falta, y en ello sus dos protagonistas ponen empeño y talento; pero a algunos sólo nos parece un recorrido nocturno por lugares comunes y ya transitados, sin demasiado interés ni profundidad, y con peajes tan ridículos y postizos como la conversación con el dependiente sirio del kebab. Antes de su estreno comercial se pudo ver en Sevilla dentro de las actividades programadas para celebrar hace unas semanas el Orgullo Gay del Sur.
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