John Richard Durant |
A pesar de lo mucho que nos gusta la intimidad y el recogimiento que ofrece la Sala Manuel García para estos conciertos de cámara de la Sinfónica, no podemos negar la excelencia acústica que para este tipo de manifestaciones ofrece el Espacio Turina de la calle Laraña, como muy bien apuntó Victoria Stapells, patrocinadora del ciclo a través del English Language Institute, en una introducción en la que recordó con nostalgia los magníficos conjuntos y solistas que nos visitaron mientras la Fundación Cajasol mantuvo en cartel su ciclo camerístico. Unos conciertos que al contrario de los que ofrece la ROSS y la Barroca, casi nunca llenaban el discreto aforo de la sala, y es que el público sevillano es muy devoto de lo suyo, y no todo lo suyo.
Un singular programa marcó esta segunda cita de la temporada que combinó música escénica con otra de estética circense y la que Walton ideó en torno a los poemas de su amiga Edith Sitwell. Le jardinier de Samos de Jacques Ibert ya asomó en este mismo espacio en marzo pasado de la mano de Maxim Emelyanychev y la Academia de Estudios Orquestales de la Fundación Barenboim-Saïd. En esta ocasión los músicos de la Sinfónica alcanzaron un elevado nivel de diálogo y compenetración, logrando transmitir su carácter cómico en una interpretación limpia, vivaz y llena de sensibilidad. Antonio Pérez al saxo alto logró en el Circus Parade de Pierre Max Dubois un trabajo ágil, jovial y desenfadado, atacando sus complejas texturas con la maestría de un virtuoso experimentado. Los continuos cambios de tiempo, registro y color de la pieza encontraron respuesta perfecta en una interpretación brillante, tan disfrutable para los intérpretes, con un espléndido y sutil Ignacio Martín a la percusión, como para el público.
El jazzista Antonio Pérez |
Hubiera sido un detalle traducir los complejos poemas dadaístas que inspiraron Façade de William Walton, célebre por sus bandas sonoras para clásicos de Shakespeare dirigidos por Laurence Olivier, y proyectarlos u ofrecerlos en octavillas para mayor disfrute del público. Por otro lado, aunque espléndido y muy expresivo, el director John Durant como narrador acusa ceceo en su dicción, a pesar de lo cual aplaudimos su vibrante y entonado trabajo en esta pieza al estilo de los recitados de Frederick Loewe a los que pusieron voz Rex Harrison (My Fair Lady) o Richard Burton (Camelot). Los músicos bordaron el carácter festivo de la pieza, recreando con igual acierto su espíritu cabaretero, de folclore latino o foxtrot, con sentido del ritmo, elegancia y ese preciso eco de las palabras en el que consiste esta singular pieza del autor de El festín de Baltasar, con especial mención para un soberbio José Forte a la trompeta.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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