El pasado jueves 10 de noviembre la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla celebró en la Macarena un concierto especial en conmemoración del 50 aniversario de la declaración como Basílica de este emblemático templo de Sevilla. Para la ocasión se contó con la batuta de Ricardo Espigares Carrillo, joven director granadino que va haciéndose poco a poco un hueco considerable en la interpretación musical en nuestra comunidad, y que demostró ante la veterana formación un empuje y un entusiasmo digno de los mejores directores que han trabajado con ella.
En el programa destacó una sinfonía escrita por Alberto Barea en conmemoración de otro importante cincuenta aniversario, el de la coronación de la Virgen de la Esperanza Macarena , que se celebró en 2014. El integrante del grupo Artefactum, recién regresado de tocar con gran éxito en Japón, dio así buena muestra de su versatilidad, pasando del repertorio de música antigua que suele abordar también con Riches d'Amour, del que no hace mucho salía su último registro, La Dama Eterna, un precioso recopilatorio de trovas de los siglos XII al XIV en el que también interviene la voz y viella medieval de Carmen Hidalgo, a componer música de corte sinfónico con una estética neorromántica influida por el cine y el nacionalismo centroeuropeo e hispánico de finales del XIX y principios del XX con el que se ilustran generalmente estas celebraciones cofrades. Su música, de texturas gruesas, líneas ondulantes y exuberante orquestación, sonó saturada entre los muros del templo, mal acondicionados para este tipo de eventos, a pesar de una ejemplar interpretación de la banda. Destacó un Largo delicado e inspirado, con un solo depurado y lleno de lirismo del único violonchelo convocado.
Ricardo Espigares vino acompañado por un grupo de jovencísimos intérpretes granadinos que se plegaron a la banda sinfónica con absoluta naturalidad y profesionalidad, añadiendo frescura al conjunto y enfrentándose por primera vez a partituras como las marchas Oración a la Macarena de José Enrique de la Vega, compuesta para la película de Carlos Saura Flamenco Flamenco con implacable sobriedad, y la más jovial Sueños de Esperanza del valenciano Vicent Cerdá i Peris. También sonaron las más veteranas y victoriosas Pasión por la Macarena de José de la Vega y ¡Ampárala Macarena! de Juan Vicente Mas Quiles, en una velada en la que descubrimos la buena mano de Barea para adaptarse a los requerimientos de la insigne cofradía en un lenguaje perfectamente acorde a su estética, y las magníficas prestaciones de la banda y su director invitado, así como de los jóvenes músicos venidos de tierra vecina y tan querida como la granaína.
No hay comentarios:
Publicar un comentario