Fotografía y dirección Mariano Cohn y Gastón Duprat Guión Andrés Duprat Música Toni M. Mir Intérpretes Óscar Martínez, Danny Brieva, Andrea Friegerio, Belén Chavanne. Nora Navas, Iván Steinhardt, Manuel Vicente, Marcelo D’Andrea, Gustavo Garzón, Emma Rivera Estreno en el Festival de Venecia 4 septiembre 2016; en Argentina 8 septiembre 2016; en España 18 noviembre 2016
En Stardust Memories Woody Allen interpretaba a un director de cine que, invitado a un festival de cine de una pequeña localidad, lidiaba con provincianos, intelectuales pedantes, gente extravagante y toda clase de fauna mientras le asaltaban recuerdos de amores perdidos y se enfrentaba a locas fanáticas empeñadas en compartir cama con él. Algo parecido le ocurre a Óscar Martínez (Relatos salvajes, Capitán Kóblic, Paulina) en esta nueva película del bien avenido tándem de realizadores Mariano Cohn y Gastón Duprat tras el éxito obtenido con la minimalista y desasosegante El hombre de al lado. En esta ocasión se trata de un Premio Nobel de Literatura que muestra ya sus credenciales en el discurso inicial de aceptación como cínico e hipócrita intelectual que desprecia el premio como ocaso de la creatividad y aceptación de una posición de privilegio libre ya de cualquier tipo de crítica o animadversión. Afincado en la cómoda y cosmopolita Europa, en concreto Barcelona, decide aceptar la invitación a su pueblo natal, donde pasó sus primeros años de infancia y adolescencia tortuosa y que le sirvió de escenario e inspiración de su laureada literatura, de entre una larga serie de compromisos no atendidos. Su viaje desde Buenos Aires a la localidad se convierte en premonitorio cuando el coche les deja a él y al conductor en medio de la nada. Porque allí es donde va a desembocar el escritor, primero objeto de orgullo y todo tipo de grotescos homenajes, para después convertirse en víctima del reproche y la rabia generalizada. A medio camino del drama y la comedia, gracias a las situaciones tan grotescas planteadas, la cinta analiza el papel de la cultura y el progreso en ámbitos antagonistas, el borreguismo y el auge de los fascismos, pero lo hace quizás acentuando en exceso los comportamientos estridentes de sus personajes, a menudo reducidos a la caricatura. Merece destacarse por supuesto la excelente interpretación de Martínez, Copa Volpi al mejor actor en Venecia, así como la acidez del guión de Andrés Duprat. La puesta en escena sin embargo no fomenta el carácter satírico de una obra que se apoya exclusivamente en el diálogo y la caracterización, sin alardes técnicos ni artísticos que dieran un mayor empaque a una producción que no necesariamente tiene que parecer tan discreta y humilde. El tramo que va de ese tono descreído del discurso inicial al más comprometido, sincero y acertado del final sobre el papel de la verdadera cultura, no la institucionalizada sino la que da carácter a nuestros pueblos, constituye el grueso de una película que no siempre logra reflejar ese proceso de concienciación que sufre su protagonista. Espiga de Plata y mejor guión también en la Seminci.
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