Francia 2016 116 min.
Guión y dirección Paul Vecchiali Fotografía Philippe Bottiglione Música Roland Vincent Intérpretes Paul Vecchiali, Pascal Cervo, Catherine Deneuve, Mathieu Amalric, Annie Cordy, François Lebrun, François Arnoul, Edith Scob, Julien Lucq, Raphaël Neal Estreno en Cannes 18 mayo 2016; en Francia 5 octubre 2016
Más clásica en estructura y narrativa que su anterior película, que pudimos ver en este mismo festival el año pasado, cuando al director de Encore se le rendía una extensa retrospectiva, Le cancre podríamos enmarcarla en esa corriente de películas sobre cineastas que celebran sus conquistas y hacen un nostálgico recorrido por su pasado a través de esposas, compañeras sentimentales y amantes. Fellini 8 ½ , Recuerdos de Woody Allen y All That Jazz de Bob Fosse son algunos de estos ejemplos a los que ahora se les une esta película que en realidad Vecchiali dedica a Jacques Demy y sus melancólicos musicales. Con una estética muy teatral y un especial énfasis en la palabra, como si se tratara más de un trabajo literario que propiamente cinematográfico, el protagonista se enfrenta a la muerte en compañía de su único hijo, con quien le costará mantener una relación fluida, mientras los recuerdos del pasado van desfilando ante sus ojos con la visita sistemática de mujeres que ocuparon su cama y su corazón. Todas confluyen naturalmente en una, ese objeto del deseo que se resistió o al que los designios caprichosos del destino malograron, y que acabará por definir toda una trayectoria vital. Como tantos otros films de Vecchiali, su visión resultará ocasionalmente incómoda, exigiendo una atención y una capacidad de análisis no apta para cualquiera que desee acercarse a su estilo y universo, pero el intento resultará gratificante en una mayoría de casos, dejando un poso de reflexión como no muchas obras contemporáneas son capaces de generar hoy en día. No obstante algunos pensarán que nos encontramos ante un personaje machista en la línea del coleccionista de amantes que interpretaba Jack Nicholson en Conocimiento carnal. Un poco de atención podrá clarificar cuál es la verdadera intención de Vecchiali, el tributo que pretende rendir a la vida y a quienes hicieron merecer la pena vivirla desde que somos expulsados de la feliz matriz.
Crítica publicada en El Correo de AndalucíaFrancia-España 2016 82 min.
Guión y dirección Ado Arrietta, según el cuento de Perrault Fotografía Thomas Favel Música Benjamin Esdraffo y Ronan Martin Intérpretes Niels Schneider, Agathe Bonitzer, Mathieu Amalric, Tatiana Verstraeten, Serge Bozon, Ingrid Caven, Nathalie Trafford, Andy Gillet, Vladimir Consigny, Olivier de Narnaud Estreno en Francia 28 diciembre 2016
Adolfo Arrieta es uno de nuestros cineastas más inclasificables, dueño de una filmografía intermitente que se remonta a finales de los años sesenta del siglo pasado y llega hasta hoy con esta particular versión de La bella durmiente de Charles Perrault. Sus orígenes acomodados pesan en su visión de la realidad, en la que lo exquisito se codea con lo extravagante para dibujar una atmósfera de irrealidad y encantamiento en la que el generoso colorido juega un papel también fundamental. Pero todo ello al servicio de una alarmante banalidad, la de adaptar el famoso cuento sin más variantes que traerlo a nuestros días y convertir al príncipe y su búsqueda de la hermosa hechizada en protagonistas de la función. La esencia del cuento sin embargo queda intacta, con todo el componente machista que historias como ésta acarrean hoy y las hacen tan poco convenientes para una educación avanzada en valores y cuestiones de género. Hoy que muchos de estos clásicos infantiles están siendo objeto de nuevas versiones cinematográficas, aprovechando los avances tecnológicos y procurando añadir novedades que trasciendan la imaginación de sus autores originales, la película de Arrieta se nos antoja vetusta, marchita e inútil, pues ni aporta cuestiones nuevas a lo ya conocido ni muchísimo menos puede competir con las posibilidades del cine actual de fantasía, quedándose a años luz de un presupuesto holgado a pesar de una puesta en escena refinada y de evidente buen gusto que incluye un más que competente vestuario.
Crítica publicada en El Correo de AndalucíaLIBERAMI Exorcismo de barrio
Italia 2016 89 min.
Dirección Federica Di Giacomo Guión Andrea Osvaldo Sanguini y Federica Di Giacomo Fotografía Greta de Lazzaris y Carlo Sissali Documental Estreno en el Festival de Venecia 7 septiembre 2016; en Italia 29 septiembre 2016
Igual de orientada que el cartel que lo publicita es la dirección de la joven Federica Di Giacomo en este documental sobre los exorcismos que se practican en Sicilia autorizados por el Vaticano, como se hacen también en otras localidades de religión mayoritariamente católica como la nuestra. Parte de un presunto realismo en el que la cámara es testigo de lo que ocurre, sin más adornos ni añadidos, cuando en realidad la estrategia consiste en desenmascarar el abuso que clérigos y acólitos hacen de un público mayormente desesperado e ignorante, poco formado y presto a recibir de la Iglesia el alivio y la posible curación que no encuentran a sus males en la ciencia y el tratamiento especializado. El experimento se agota a poco de empezar, alargándose innecesariamente a fuerza de episodios reiterativos que poco o nada aportan y sólo sirven para generar burla y hastío. Sólo al final se apunta lo que podría haber dado al conjunto un interés mayor, pero que aquí recibe una atención escurridiza. Se trata de una convención en Roma de sacerdotes formados en la práctica de expulsar el mal del espíritu, unos estudios y mecanismos que hubieran arrojado mucha más luz sobre el interés de la Iglesia en perpetuar estas prácticas ancestrales y ridículas. Pero eso hubiera sido otra película que lamentablemente este ejercicio caduco sin clima no es. Aún así la cinta amplió la cuota de cine italiano galardonado en el Festival de Venecia, concretamente con el Premio Horizontes.
MISS IMPOSSIBLE Diario insulso de una adolescente
Título original: Jamais contente
Francia 2016 90 min.
Dirección Emilie Deleuze Guión Emilie Deleuze, Ivan & Laurent Guyot y Marie Desplechin, según su trilogía novelada “Le journal d'Aurore” Fotografía Jeanne Lapoirie Música Olivier Mellano Intérpretes Léna Magnien, Patricia Mazuy, Philippe Dusquesne, Catherine Hiegel, Alex Lutz, Nathan Melloul, Axel Auriant-Blot, Mehdi Messaudi, Raphaelle Doyle Estreno en el Festival de Berlín 14 febrero 2016; en Francia 11 enero 2016
Habría que preguntarse por qué una película que no se estrena en su país de origen hasta enero del año próximo, viene ya con el galardón de la Audiencia Juvenil de los Premios Europeos del Cine bajo el brazo, ¿quizás porque ya logró en el Festival de Berlín un premio similar en febrero pasado? De cualquier forma resulta inexplicable que una cinta como ésta consiga reconocimiento alguno, dado el despropósito que constituye en conjunto y la sucesión de lugares comunes y personajes arquetípicos que propone. Como si de una Julie Delpy se tratara, igual de pretenciosa y carente de ideas originales, porque hasta la mediocridad consigue quien la imite, Emilie Deleuze lapida la herencia familiar – su padre es Gilles Deleuze, considerado por mucha gente como uno de los más influyentes filósofos del pasado siglo – para embarcarse en un trabajo banal y aburrido que adapta un trabajo igualmente intrascendente como es la trilogía perpetrada por Marie Desplechin en torno a una insulsa niña de trece años que se comporta como si tuviera el doble, y que se muestra rebelde y enfadada hasta que dos supuestos giros la transforman a los ojos de los menos exigentes, habitualmente quienes menos cine han visto y menos sienten que esto ya se lo han contado muchas veces y mejor. La familia chirría, la niña molesta y las situaciones se ven tan forzadas y recurrentes como inútiles. Hay desde luego quien le ríe la gracia... no precisamente este cronista.
Crítica publicada en El Correo de Andalucía
LE FILS DE JOSEPH Vacas en París
Francia-Bélgica 2016 113 min.
Guión y dirección Eugène Green Fotografía Raphaël O'Byrne Música Vincent Dumestre Intérpretes Victor Ezenfis, Natacha Régnier, Fabrizio Rongione, Matthieu Amalric, Maria de Medeiros, Julia de Gasquet Estreno en el Festival de Berlín 12 febrero 2016; en Francia 20 abril 2016
Aunque lleva muchos años en la profesión, no fue hasta hace dos que conquistó nuestra atención con la excelente La sapienza. Nacido en Nueva York pero cultivado en París, a Eugène Green le gusta incorporar a sus películas sus exquisitos gustos para la pintura, la arquitectura, la música y la puesta en escena. Por eso acompaña sus imágenes de los arreglos que el especialista en música del Renacimiento y el Barroco Vincent Dumestre ha hecho de piezas de compositores como el checo Adam Václav Michna z Otradovic y los italianos Emilio de Cavalieri y Domenico Mazzocchi, que suenan balsámicos en la voz de Claire Lefilliâtre y Le Poéme Harmonique, tanto como el ambiente en el que se desarrolla este drama cómico que podría haberse resuelto con un estilo más previsiblemente histérico. Un cuadro de Caravaggio, El sacrificio de Isaac, sirve a Greene para diseccionar una historia de tintes religiosos al que él le da la vuelta, convirtiendo a Dios en Satán y a un hijo en quien forme una familia en lugar de sus padres. El milagro se obra con una puesta en escena tan exquisita como esmerada en todos sus detalles, una forma de trabajar con los actores y actrices que se ha convertido ya en marca de fábrica y que es cualquier cosa menos convencional, a pesar de lo cual exige un trabajo riguroso en el intérprete, que acaba entregado a su personaje hasta generarle vida propia. Todo está meticulosamente estudiado en una película que analiza cada gesto, mirada y palabra como si de una obra de arte se tratara, con un ritmo tan pausado y equilibrado como esas vacas que uno de los protagonistas ensalza en su intención de dedicarse al campo. Un París único, luminoso y ajeno al stress de la gran ciudad, sirve de marco para el ir y venir de unos personajes enigmáticos e inquietantes, tan impolutos y elegantemente vestidos como la ciudad que les sirve de escenario, generando una cinta más ligera y asequible que su antecesora, pero igualmente rica, fresca y compleja. De nuevo una celebración de la cultura y la vida, más allá de culebrón en el que podría haberse convertido en manos más convencionales y menos arriesgadas. Sólo alguien con las ideas muy claras puede conseguir un producto tan satisfactorio como éste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario