Guión y dirección Fernando Trueba, según los personajes creados por Rafael Azcona, David Trueba, Miguel Ángel Egea y Carlos López Fotografía José Luis Alcaine Música Zbigniew Preisner Intérpretes Penélope Cruz, Antonio Resines, Chino Darín, Ana Belén, Neus Asensi, Santiago Segura, Javier Cámara, Jorge Sanz, Rosa María Sardá, Mandy Patinkin, Clive Revill, Cary Elwes, Arturo Ripstein, Jesús Bonilla, Ramón Barea, Carlos Areces, Anabel Alonso Estreno 25 noviembre 2016
Sin ser santo de mi devoción, he de reconocer que Fernando Trueba es un apasionado, y eso siempre es sano y bienvenido. Tanto cuando crea un género cinematográfico tan distintivo como la comedia madrileña, y al margen del almodovarismo que se imponía en la misma época, como cuando refleja su amor al jazz latino en Calle 54 o Chico y Rita, al cine francés en El pintor y la modelo o al cine clásico americano de gente como Billy Wilder o John Ford, Trueba siempre evidencia un amor profundo al cine, otra cosa es que triunfe o no con ello. La secuela de la exitosa La niña de tus ojos ha sido injustamente maltratada por la mezquina crítica española, no sabemos muy bien si como consecuencia quizás de las polémicas declaraciones de su director cuando dijo que no se sentía español, o simplemente por esa horrible costumbre que tenemos en este país de condenar todo lo nuestro y celebrarlo sólo cuando ya es tarde. Dicen que sin Azcona el espectáculo deviene en fracaso; no sé si se dijeron muchas lindezas sobre el reputado guionista en su momento, o sólo ahora es objeto de tanto culto. Lo cierto es que se nos antoja que si esta película fuera francesa otra cosa hubiera hecho la crítica de su país. Aquí es lo que hay, y aunque toda la cinta rezuma pasión y nostalgia, y constituye un festín para cualquier cinéfilo mínimamente puesto en cine americano clásico y cine español del franquismo, nuestra querida crítica la está tratando con la punta del pie. Hay que agradecer a Trueba que haya contado con el equipo artístico de la original, y que éste se haya plegado al espectáculo con complacencia, sin pudor, sin estridencias y con mucho cariño. Ha añadido nuevas presencias que han refrescado el ambiente, y ha dotado al conjunto de un formidable acabado formal en el que hay que destacar la estupenda ambientación, los detalles de los entresijos de rodaje de aquellas coproducciones del supuesto aperturismo franquista, especialmente en lo que respecta a trucos de dirección artística, y nos regala momentos impagables como esa Penélope Cruz suplantando a Jeanne Crain en La pradera sin ley junto a Kirk Douglas. Una Penélope Cruz que luce como una auténtica estrella, radiante y divertida, y asume con desparpajo y una profesionalidad encomiables el reto de largar algunas de las frases más memorables del cine español reciente, aún presumiendo de ordinaria. Quizás podría haberse añadido más mordiente a las críticas al fascismo, ya sea en el personaje central de la película dentro de la película, Isabel la Católica, o al régimen franquista, y que se podría haber mejorado la resolución de algunas secuencias claves (la evasión del Valle de los Caídos es ciertamente penosa), pero al fin y al cabo se trata de hacer cine amable y nostálgico, y Trueba lo consigue con buena nota y sin rechinar. Aunque impera el tono de comedia, no se puede negar que Trueba ha conseguido impregnar al conjunto de cierto aire tristón y grisáceao que se extiende a un argumento en el que se pone de relieve la lacra del fascismo, del autoritarismo en general, sea del signo que sea, y el tormento que genera en un pueblo condenado a zombi, lo que hace saludable que nos sintamos aliviados cuando desaparece cualquiera de sus artífices. Con todo, lo peor de toda la función es la música del reputado Zbigniew Preisner, que nos regaló bandas sonoras memorables en el pasado, como las que compuso para Kieslowski, pero que en esta ocasión no atina a ilustrar en su medida las imágenes a las que acompaña, pareciendo que una y otra cosa vayan por caminos distintos. Entre los numerosos cameos (Aida Folch, Juan Antonio Bayona, Gemma Cuervo, Guillermo Toledo, Secún de la Rosa, Diana Peñalver, Julián Villagrán entre ellos), algunos son difíciles de identificar en un primer visionado. El mismo día que se estrenaba esta película desaparecía de escena otro gran opresor de la humanidad, y unos días antes lo hacía alguien que con su presunta actitud ayudó a vaciar las arcas españolas, las que ayudan a miles de gente en este país que no tiene con qué alimentar a sus familia, y se creyó dueña de una ciudad y sus habitantes. No caben minutos de silencio ni condolencias para esta gente, sólo lo que Macarena Granada le espeta en toda la cara al generalísimo, gracias no a no sentirse española, sino a acogerse a otra nacionalidad para librarse de tanta miseria, sobretodo moral.
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