Francia 2017 90 min.
Guión y dirección Thierry Frémaux Documental Estreno en el Festival de Toronto 11 septiembre 2016; en Francia 25 enero 2017; en España 20 octubre 2017
Bertrand Tavernier como productor y el director del Festival de Cannes desde 2001 y del Instituto Lumière de Lyon, Thierry Frémaux, se erigen en voces suficientemente autorizadas y acreditadas para hacer realidad este sentido homenaje a los inventores del cinematógrafo, documento imprescindible e irresistible para todo y toda amante del cine. Una sucesión limpia y sin añadidos ni adulteraciones de ciento ocho joyas de finales del siglo XIX en forma de cortometrajes de menos de un minuto de duración, que sientan las bases de la construcción del idioma cinematográfico e influyen en él incluso como hoy lo entendemos. Para eso se encargan las muy didácticas y elocuentes explicaciones de su director y principal artífice, si bien en este punto por una vez hubiéramos preferido el doblaje, pues sin expresividad gestual ni voz fundamental en pantalla, no se pierde nada y ganamos a la hora de apreciar los infinitos detalles que se aprecian en cada uno de los valiosos fotogramas expuestos. Ya se sabe que incluso dominando el idioma, no se puede evitar fijar nuestra atención en los subtítulos, y al fin y al cabo los gastos de doblaje en un caso como éste no pueden superar los de subtitulado. Pero al margen de esta consideración técnica, nos encontramos ante una sucesión de valiosísimos documentos para entender el cine, así como testigos inimitables de la vida en una época y lugares irrepetibles. Títulos legendarios como La salida de la fábrica, La llegada del tren o El regador regado, y espacios sensacionales como la Plaza de la Concordia, la Avenida Broadway o el Gran Canal de Venecia, retratados con enorme sentido de la estética, encuadres magistrales y la emocionante sensación que aporta la realidad desnuda de artificios más allá de la sutil manipulación que ofrece el ojo humano filtrado a través de un objetivo fotográfico. Con la música de Camille Saint-Saëns, él mismo pionero de la música de cine con trabajos como L’Assassinat de duc de Guise, encajada de forma tan magistral en las secuencias que pareciera haber sido directamente compuesta para tal fin, el espectáculo se convierte en una experiencia sensorial única, altamente estimulante y definitivamente recomendable.
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