Guión y dirección Fernando Franco Fotografía Santiago Racaj Música Maite Arrotajauregi (Musergo) Intérpretes Marian Álvarez, Andrés Gertrudix, Eduardo Rejón Estreno en el Festival de San Sebastián 26 septiembre 2017; en salas comerciales 6 octubre 2017
En su segundo largometraje como director, el sevillano Fernando Franco insiste en un mismo tema, la enfermedad como medio para desequilibrar la vida y alrededores. Una enfermedad psíquica trastornaba la vida de una mujer y la de los familiares y amigos que la circundaban en La herida, una física lo hace en la relación de una pareja de enamorados en esta película. La primera triunfó en San Sebastián y los Goya, reportándole galardones a Franco y su actriz protagonista, Marian Álvarez, quien se erige de nuevo en principal atractivo de esta sufrida y sufriente cinta sobre el amor y el compromiso, que es lo que queda cuando ya no estamos seguros de seguir amando. Es a través de la planificación del director, un punto fría y aséptica, y la mirada interiorizada y discreta de la actriz, que conseguimos entrar, aunque no sea de par en par, en la desmoralización y el quebrantamiento de una convivencia que hasta la irrupción de la enfermedad había sido placentera. Hasta tal punto parece ser así que pudiera estar hablándonos del egoísmo que subyace en todo ser humano cuando busca compañía, quizás con el fin exclusivo de compartir ocio y felicidad. Pero cuando se trata de apoyo físico y moral en momentos tan difíciles y delicados, se impone el compromiso adquirido a través del uso y la educación, chocando con los propios sentimientos y llegando a minar la propia personalidad. Franco analiza con bisturí esos sentimientos encontrados, con caligrafía de nuevo casi documental, impidiendo una involucración excesiva del espectador, al que sólo permite aproximarse al drama como sujeto pasivo, inerte frente al dolor y la angustia expuesta, siempre sin estridencias ni provocaciones, gracias a la complicidad de Andrés Gertrudix, que borda también su complejo papel de hombre expuesto a una mortífera enfermedad. Pero uno se pregunta cuál es el objetivo, para qué esta exhibición de angustia y dolor frente a la decadencia y la putrefacción humana, y si nos ayuda a mejorar o a reflexionar sobre cuestiones como ese inevitable final que a todos y todas nos aguarda, y lo que es peor, si ayuda a soportar la soledad con la que nos enfrentaremos a esa lid, sea como gente enferma o simplemente cuidadora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario