Bélgica-Francia-Países Bajos-Luxemburgo-Israel 2021 99 min.
Dirección Ari Folman Guion Basado en las memorias de Anne Frank Fotografía Tristan Oliver, animación Música Ben Goldwasser y Karen O Voces (en versión original) Ruby Stokes, Emily Carey, Sebastian Croft, Michael Maloney, Skye Bennett, Ari Folman, Nell Barlow, Ralph Prosser Estreno en el Festival de Cannes 9 julio 2021; en Francia 8 diciembre 2021; en España 29 abril 2022
Ocho años después de su última película, El congreso, donde combinaba imagen real y animación, y tras el éxito internacional cosechado con Vals con Bashir, el israelí Ari Folman abandona quizás momentáneamente la animación experimental cultivada en aquellos títulos para ofrecernos su incursión más convencional en el género, pero sin renunciar en lo estético, y sobre todo en lo expresivo, a un estilo personal e identificativo. Responde en esta ocasión a un encargo de la Fundación Ana Frank, echando mano de ingenio y creatividad para, a través de unos muy estilizados y coloristas dibujos animados, tirar de las memorias de la desafortunada y muy homenajeada niña víctima del holocausto y paradigma del horror experimentado en tiempos modernos, y construir un universo paralelo, espejo de aquella situación vergonzosa y nauseabunda que corremos el peligro de repetir en una Europa que poco a poco parece volver a dejarse seducir por las políticas regresionistas y represoras de la extrema derecha.
Lo estamos comprobando con la guerra en Ucrania, con las recientes elecciones en Francia que por poco arrojan unos resultados suicidas, y sobre todo con los países de nuestro entorno que han abrazado gobiernos de ultraderecha. Kitty, la amiga imaginaria a la que Ana cuenta sus memorias, renace en un Amsterdam plagado de referencias a la joven heroína, pero solo como reclamo turístico. Allí busca denostadamente a su amiga solo para comprobar que murió en el campo de concentración y que su legado se ha ido evaporando poco a poco hasta converger en esta nueva e inexplicable situación que amenaza con comprometer los derechos y las libertades que tanto trabajo ha costado conseguir. La nueva realidad se traduce en las escasas oportunidades que gobiernos a todo lo ancho y alto del continente, y sin necesidad de que estos hayan abrazado políticas extremistas, han brindado a las legiones de gente refugiada de las múltiples guerras que asolan el planeta.
Gente incómoda y mal recibida que solo vemos como una amenaza a nuestra estabilidad económica y social, sin advertir que son las políticas que indirectamente apoyamos con esta actitud las que verdaderamente amenazan el progreso de la humanidad. Película por lo tanto necesaria, ingeniosa y estéticamente impecable que, sin embargo, no logra mantener el necesario y conveniente equilibrio con su farragosa estructura narrativa, lo que hace al producto poco atractivo de cara a las generaciones más jóvenes, que son precisamente las que tienen la llave para echar el cierre a estos peligros execrables que la cinta denuncia. Estrenada fuera de concurso en la sección oficial de Cannes, incluida en la sección oficial de Sitges y con una nominación a la mejor película de animación en los premios europeos del cine, llega ahora a nuestras pantallas.
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