Dirección Sean Baker Guion Sean Baker y Chris Bergoch Fotografía Drew Daniels Intérpretes Simon Rex, Bree Elrod, Suzanna Son, Brenda Deiss, Ethan Darbone, Judy Hill, Marlon Lambert, Brittney Rodriguez, Shih-Ching Tsou Estreno en el Festival de Cannes 14 julio 2021; en Estados Unidos 3 diciembre 2021; en España 6 mayo 2022
Aunque activo desde principios de siglo, Sean Baker no ha empezado a conocer la gloria entre los circuitos más cinéfilos y comprometidos hasta hace unos años, con Tangerine y especialmente la muy reveladora The Florida Project como principales logros. El éxito en festivales y los circuitos aludidos le llevaron inmediatamente a ser tildado como el nuevo cronista de la América de las oportunidades robadas o perdidas, la que los políticos pretenden salvar con sus proclamas y promesas, pero no hacen sino hundirla cada vez en una mayor miseria. Claro que esto ni muchísimo menos es monopolio del país trasatlántico, de hecho este mundo de subsidios, dolce far niente, trabajos al margen de la ley, timadores y buscavidas se parece asombrosamente a nuestro país, y mucho nos tememos que también al resto de nuestro entorno. Habría que trasladarse a esos países nórdicos que parecen guardar el secreto del eterno bienestar y los grandes logros en educación, cultura, civismo y comercio, para evadirnos de todo este pesar y mediocridad al que nos hemos acostumbrado.
En este entorno Baker nos cuenta la historia de un caradura muy simpático, embaucador y seductor al que da vida con tanta convicción como sentido del humor el actor Simon Rex, desde antaño anclado en personajes secundarios en sagas como Scary Movie y otras veleidades cinematográficas. Curiosamente parece ser que su carrera empezó en el porno, como el personaje al que da vida, aunque este haya vivido más directamente y exitosamente del negocio y sea ahora, en el declive de su talento, cuando de vuelta a donde creció en el condado de Galveston, Texas, y más específicamente a la casa de su esposa y suegra, a las que hace tempo abandonó, intente reflotar ahora como productor su carrera, valiéndose para ello de nuevos contactos, algunos en forma de subyugante Lolita.
Cabe plantearse esta jovial película desde un punto de vista político, interpretando las intervenciones de Trump o Clinton en la televisión como esa tierra prometida que nunca emerge, o como simple comedia ocurrente y divertida en la que este personaje sin escrúpulos está tan bien interpretado y dirigido que a pesar de concitar nuestras simpatías, nunca llegamos a empatizar con él como para preocuparnos cuál pueda ser su suerte. Mención merecen también sus numerosos personaje secundarios, todos perfectamente diseñados y concebidos para recrear ese paisaje humano que tan bien se desenvuelve en ese otro paisaje rural en el que viven, jalonado de centrales eléctricas, pozos de petróleo, pastelerías llenas de indigesta bollería, y patios traseros tan apropiados para la relajación como para el negocio sucio.
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