miércoles, 21 de junio de 2023

LUIS MISÓN VUELVE A SONAR EN EL PALACIO DE LEBRIJA

Las sonatas inéditas de Luis Misón aparecidas en el Palacio de la Condesa de Lebrija. Rafael Ruibérriz de Torres, flauta travesera; Cristina Bayón, soprano; Isabel Gómez-Serranillos, violonchelo; Santiago Sampedro, clave. Programa: Sonatas para flauta y bajo continuo en Sol mayor nº 1 (primer movimiento), nº 2, nº 4 y nº 3, de Luis Misón; Sonata para flauta y continuo en Sol mayor Wq 127, de Carl Philipp Emanuel Bach; Sonata en fa menor para clave K466, de Domenico Scarlatti; "El celoso enamorado y el torero", tonadilla a solo para voz y bajo continuo, de Luis Misón. Casa Palacio de la Condesa de Lebrija, martes 20 de junio de 2023


Tal como asevera el flautista Juan Miguel Illán, responsable de la edición crítica de las cinco sonatas encontradas en el Palacio de la Condesa de Lebrija, en las notas del disco que Ruibérriz, Gómez-Serranillos y Sampedro presentaron anoche in situ, Tras más de dos siglos en silencio, la música de Misón vuelve a sonar. Ya lo hizo en el Festival de Música Española de Cádiz del pasado año, y volvió a hacerlo en la pasada edición del Femás, también entonces en un edificio emblemático de Sevilla, la Iglesia de San Luis de los Franceses. Pero esta vez revestía una ocasión especial, al interpretarse en el lugar exacto donde fueron halladas estas sonatas hace apenas unos años y recuperadas definitivamente ahora con este disco de Brilliant Classics que sale a la luz un año justo después de su grabación también en nuestra ciudad. Como es habitual en estos conciertos organizados por la Asociación de Amigos de la Orquesta Barroca de Sevilla en espacios singulares como el Palacio del Marqués de la Motilla hace un año, o el Palacio de los Condes de Santa Coloma y la Iglesia del Convento de Madre de Dios el pasado otoño, el concierto estuvo precedido de una elocuente y didáctica contextualización arquitectónica de la mano de un experto en la materia, esta vez Teodoro Falcón, historiador de arte y catedrático de la Universidad de Sevilla.

La música efectivamente sonó allí donde estuvo custodiada por la coleccionista de arte y promotora cultural y así mismo competente pintora, Regla Manjón, Condesa de Lebrija en la transición de los siglos XIX y XX, concretamente en el salón acristalado contiguo al hermoso patio y circundado de los extraordinarios mosaicos extraídos de Itálica, así como de valiosas piezas de arte entre las que destaca el magnífico retrato que de la anfitriona hizo el este año homenajeado Joaquín Sorolla. Sensacional flautista en su época y digno compositor que destacó fundamentalmente como creador en cierto modo de la tonadilla escénica como la conocemos hoy en día, el inimitable Luis Misón, catalán de ascendencia francesa, triunfó como oboísta y flautista en la Capilla Real de Madrid, y ejerció también como prolífico compositor de un sinfín de tonadillas archivadas en el Conservatorio Superior de Música de Madrid, así como un buen número de sonatas para flauta y continuo que lamentablemente han desaparecido en su mayoría. Fue muy requerido por la Casa de Alba, lo que quizás justificase que sus partituras se encontrasen muy repartidas por las grandes casas españolas del momento, llegando así hasta la propiedad de Manjón.


Nueva vida para la música de Misón

El programa propuesto por Ruibérriz y sus jóvenes acompañantes, varió puntualmente con respecto al presentado en Cádiz y el Femás, por cuanto de la primera sonata sólo se interpretó el primer movimiento, añadiéndose dos piezas para contextualizar a Misón, una de C.P.E. Bach, prolífico también en el instrumento con estilo igualmente galante y ligado a la corte, en su caso la de Federico de Prusia, y otra de Domenico Scarlatti, cuyo generoso paso por nuestras tierras influyó en nuestros músicos tanto como éstos lo hicieron en él. Cristina Bayón además sólo interpretó en esta ocasión una tonadilla escénica, El celoso enamorado y el torero, con su habitual desparpajo, haciendo hincapié en los acentos y los ritmos, muy bien controlados por Santiago Sampedro al clave, y destacando tanto a nivel técnico, con voz muy bien proyectada, de tan bello timbre, y su línea de canto convenientemente homogénea y en perfecto estilo. Lástima que los textos resultaran difíciles de comprender, lo que no fue impedimento para apreciar la falta de frescura que evidencian sus tonos satíricos y su temática taurina. Sampedro por su parte acometió en solitario la difícil tarea de llevar a buen puerto una de esas sonatas de Scarlatti de tan ricas texturas y elegantes formas. La suya fue una digitación precisa y muy reflexiva, sin marcar excesivamente los acentos y procurando resultar en todo momento extremadamente delicado.


Del resto Rafael Ruibérriz dejó constancia de su dominio absoluto, notable fluidez y madurez expresiva tanto en la sonata de Bach que acometió con un esmerado control de la respiración y buen gusto en la ornamentación, y especialmente en las de Misón, ciertamente singulares en sus numerosas florituras, marcados acentos y continuos cambios de registro, especialmente a la hora de llegar al extremo grave de un instrumento dieciochesco no preparado para esa tesitura, y que el intérprete resolvió manejando con pericia su complicado juego de llaves. Especialmente hermoso lució el adagio de la Sonata nº 3, algo anclada en el barroco del Bach patriarca y con notas sostenidas de auténtico virtuoso, mientras los turbulentos allegros, especialmente el de la nº 5 que añadió como propina, evidenciaron la vertiginosa capacidad del flautista para acometer los pasajes más complejos de unas partituras especialmente propensas a ello y que parecen, al margen de ese estilo galante precursor del clasicismo que la caracterizan, mirarse en el espejo del barroco italiano. Sorprendente resultó el arranque de la primera sonata, con el instrumento solista ejerciendo de acompañante en una difícil conjunción de presteza y expresividad. Muy bien en todo momento el violonchelo de Isabel Gómez-Serranillos, dando cuerpo y forma tanto a las sonatas como a las réplicas a Bayón en la tonadilla. Y aplausos también para el personal de sala del Espacio Turina, que con su ejemplar servicio nos hicieron la velada aún más agradable.

Fotos: Luis Ollero
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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