sábado, 3 de junio de 2023

SECADEROS Un paisaje idílico sin porvenir

España 2022 98 min.
Guion y dirección
Rocío Mesa Fotografía Alana Mejía González Música Paloma Peñarrubia Intérpretes Vera Centenera Carnero, Ada Mar Lupiañez Huertas, Tamara Arias, Cristina Eugenia Segura Molina, José Sáez Conejero Estreno en el Festival de San Sebastián 18 septiembre 2022; en salas 2 junio 2023


Mucho se he demorado en estrenarse este debut en el largometraje de la joven granadina Rocío Mesa, desde su primer pase en el Festival de San Sebastián, donde recibió el Premio Dunia Ayaso dedicado a películas con una inconfundible mirada femenina, y tras recorrer festivales como los de Sevilla y Gijón y algunos otros de calado internacional. Pocos reconocimientos ha recibido sin embargo para tratarse de una cinta tan compleja e inteligente, que invita a tantas interpretaciones como sensibilidades se acerquen a contemplarla, y que en definitiva constituye un ejercicio de técnica narrativa y visual cinematográfica de esos que impulsan la producción y motivan la creatividad
Con apenas una actriz profesional, Mesa, y el resto haciendo gala de naturalidad y entrañables acentos, analiza el papel en la sociedad moderna de esa España rural y vaciada de la que tanto eco parecen hacerse los medios de comunicación pero a cuyos problemas tan pocas soluciones se ofrecen. Y lo hace desde la mirada inocente de la infancia, de una niña capaz todavía de dejarse seducir por la magia y la fantasía.

Circunscrita en ese mini género de veranos idílicos infantiles en el medio rural que tanto parece haber seducido a las nuevas cineastas españolas, Mesa echa mano también de una feliz infancia en otro ejercicio de seudo-autobiografía, y coloca a esta niña en el centro de una narración doble, la de dos familias que ni se cruzan ni convergen pero con el denominador común de vivir de la tierra, en concreto de sus secaderos de tabaco, condenados a desaparecer por el bien de unos hijos herederos necesitados de comodidades y alivios, o por la especulación de la que tampoco se escapa un entorno rural al que nadie, y menos aún los que están por venir, parece tener intención de proteger. La otra protagonista es una joven a quien la madurez le está abriendo los ojos hacia la desesperanza y la desilusión, hacia un porvenir incierto y lleno de nubarrones, frente a una familia asfixiada por las deudas y unas amistades ahogadas en lo superficial, la diversión inmediata y el consumo rápido de reguetón y sustancias psicotrópicas a partir de las cuales la realizadora se permite introducir destellos de videocreación con tal naturalidad y acierto que no nos atreveríamos a ver en ello atisbo alguno de pretenciosidad.

El campo se queja en forma de criatura fantástica que se nos antoja heredera de aquellos monstruos de Spike Jonze, pero solo esa mirada ingenua de la infancia y los desheredados es capaz de verlo, hasta que los grises de nuestra rutinaria y planificada vida cieguen unos ojos a los que los poderes fácticos interesa tener vendados. Es como cuando nos cruzamos con niños y niñas por la calle; primero nos alegran el ánimo ante su gracia y espontaneidad, pero inmediatamente nos ataca la desazón por todo lo que les espera en una vida dura que adornamos con aislados momentos felices. Conviene por último destacar el hermoso entorno que constituye la vega granadina, así como una excelente factura, quizás consecuencia del hecho de que su directora reside en Los Angeles, donde se habrá empapado de mucha y buena técnica cinematográfica.

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