Daisy Press y José Luis Sola |
Tratándose de Alberto Carretero, no cabía esperar de La bella Susona uno de esos estrenos absolutos que programan periódicamente teatros como el Metropolitan de Nueva York basándose en éxitos teatrales o cinematográficos. Tampoco era previsible que echara mano de su particular, duro y exigente universo musical, no muy al alcance de todo tipo de sensibilidades. Demostrando una vez más su indiscutible inteligencia, ha tirado por la vía intermedia, que ni traiciona su estilo ni la vanguardia para la que está comprometido, pero tampoco pide al público habitual de la ópera la aceptación incondicional de una estética que se antoje demasiado extremista y exigente. El resultado es hora y media casi de experiencia sensorial siguiendo los cánones tradicionales de un espectáculo operístico, tanto escénica como musicalmente, teñido de una experimentación inquieta y sumamente atractiva.
Tras varios años desde que la pandemia retrasara su estreno, este encargo con tema sevillano de la Sinfónica de Sevilla cuando la dirigía John Axelrod, por cierto presente en la sala como también lo estuvo la tarde anterior con el Réquiem de musicAeterna, se añade a la suculenta lista de óperas ambientadas en nuestra ciudad. Durante todo este tiempo ha asumido su condición de work in progress, hasta que anoche se presentó ante el público seguramente en su versión definitiva. No ha perdido del todo su carácter de ópera de cámara, pero ha avanzado hasta adquirir un aspecto mucho más ambicioso y presentarse como híbrido entre dicho concepto y el que tenemos de ópera en toda regla. Para eso se ha rodeado de un equipo de primera categoría, técnico y artístico, que ha dado como resultado el triunfo del que anoche pudimos disfrutar en el escenario principal del Teatro de la Maestranza.
Extraña sin embargo que para la ocasión se haya decantado por un personaje continuador de esa tradición que sitúa a la mujer en el centro de intrigas y traiciones, le hace purgar sus pecados y finalmente sacrificarse por amor y asumir su condición de víctima del hombre machista y maltratador. Creíamos que ese tipo de personaje pertenecía al pasado, cuando Madame Bovary o Anna Karenina triunfaban en la literatura y Lucia di Lammermoor o Violeta Valéry lo hacían en la ópera. Sin embargo, el talento del libretista Rafael Puerto ha dado un pequeño vuelco al comportamiento de esta bella Susona, fundamental para eximirle de esos prejuicios y constantes que han lastrado históricamente la condición de la mujer. No es precisamente su Susona otra Eva o femme fatale medieval que arrastra al hombre a la tragedia para terminar sacrificándose por él.
Salvado inteligentemente este escollo, la leyenda que dio nombre a una calle sevillana en el Barrio Santa Cruz, antes llamada de la muerte, viene servida con un trabajo espléndido en lo musical y en lo poético, que gracias a la dirección escénica de Carlos Wagner apoyada en la escenografía de Alejandro Andújar, curtido también en el musical como atestigua su Company del Teatro Soho de Málaga, la iluminación de Alberto Faura y los muy creativos videos de Francesc Isern con el río siempre como protagonista, nos sumergen en una Sevilla tenebrosa, la que sin duda debió reinar cuando el catolicismo fue purgando cualquier otra creencia que se antojara amenazante. En este entorno, la música de Carretero fluye con fuerza hipnótica y subyugadora, combinando y alternando electrónica, manipulada por él mismo, con una orquesta sinfónica magníficamente dirigida por Nacho de Paz, preparada concienzudamente para la ocasión, extrayendo de sus instrumentos sonidos nuevos y embriagadores. La literatura es convencional, permitiendo licencias vocales e instrumentales que entroncan con la tradición operística, pero sin renunciar a sonoridades dispares y vanguardistas, todo envuelto en un halo místico e intrigante en el que todas las familias orquestales lucen resplandecientes, mientras el trabajo de Sylvain Cadars al sonido reproduce ese ambiente amenazador que da sentido contemporáneo a la historia que se nos cuenta.
Poesía y tinieblas al servicio de una música hipnótica
También se esmera mucho Rafael Puerto para dotar de poesía una historia que se presenta más como larga reflexión de la protagonista que como una narración convencional, donde los recuerdos se mezclan con los sentimientos en una Sevilla ocupada por la sinrazón y el fanatismo religioso, que renuncia a ser crisol de culturas para sumergirse en las tinieblas medievales que lastraron nuestro progreso y devenir. En un doble plano escénico, asistimos en un nivel superior a la turba humana a la que presta voz y cuerpo un coro entregado al máximo, mientras en otro nivel a la altura del escenario entramos en la casa de Aben Susón y en el convento donde Susona recibe al apoyo y el consuelo de Sor Gregoria.
Federico Fiorio |
Soluciones inteligentes y atractivas para dar empaque a un estreno absoluto en el que brilló el talento de la artista multidisciplinar estadounidense Daisy Press, con voz lírica educada y presencia arrolladora también en sus espasmódicos movimientos. Frente a ella, José Luis Sola fue un Guzmán de dicción clara y fraseo preciso, el que mejor encaja en el concepto tradicional lírico, y Luis Cansino luchó por destacar en el entorno a pesar de la amplificación natural, debido a una voz de escasa proyección. Mucho mejores estuvieron Marina Pardo con voz potente y flexible, y la sedosidad del contratenor Federico Fiorio como escribano. Habitual del Maestranza, Andrés Merino cumplió tan favorablemente como el espléndido coro, completando un elenco a la altura de este estreno absoluto con el que el coliseo sevillano cumple una obligación consustancial a los buenos teatros de ópera.
La colaboración en la producción del Auditorio de Tenerife asegura una representación en esa ciudad que esperemos se extienda a otras plazas. Aquí de momento queda otra oportunidad, el viernes, de asistir a un evento de este calado y ser testigo de su transcendencia. Entretanto, se complementa con un espectáculo en el Alcázar de la mano del Femás, con el grupo canadiense étnico-oriental Constantinople y el conjunto sevillano experimental Ocnos junto a la carismática voz de Ángeles Núñez, recreando sonidos de la Sevilla de entonces acompañados de un nuevo cancionero en cuatro partes del propio Carretero.
Versión ampliada del artículo publicado en El Correo de Andalucía
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