Para ello ha contado
con su viejo amigo Vittorio Ghielmi,
con quien colaboró en el primer registro de Il Suonar Parlante, protagonizado por un ensemble de violas da gamba, el multi laureado y vanguardista Full of Colour. El resultado ha sido la recreación de uno de sus discos más
icónicos, Gypsy Baroque, que
salió al mercado en 2018 y constituye toda una fiesta de sonido y color,
dominada por una fantasía y una
imaginación desbordantes.
Se trata de imaginar
cómo debieron ser aquellas serenatas y otras manifestaciones musicales de los
zíngaros que habitaban Bohemia y el este europeo en épocas del Barroco, insertando todo tipo de influencias y
poniéndolo todo a dialogar con nuestra actual sensibilidad, de forma que hasta el jazz se viera reflejado en el
resultado final.
Grandes
virtuosos
Entre los músicos
convocados, destacó Stanislav Paluch
al violín folk, artífice además de un buen puñado de los arreglos incluidos en
el programa, e incluso autor de alguna que otra partitura. También lo hicieron Marcel Comendant, toda una autoridad
del címbalo, y la voz susurrante y
maleable de Graciela Gibelli, soprano argentina que fue también fundadora
junto a Ghielmi de Il Suonar Parlante.
En este sentido, cabe
destacar la labor desplegada por Margherita
Naldini al contrabajo, cuya intervención dotó en cada momento de relieve y
cuerpo al trabajo de sus compañeros. Shalev
Ad El al clave y Jana Semeradova
a las flautas, destacaron también en sus intrincadas intervenciones, mientras Alessandro Tampieri se manifestó de
forma impecable recreando las complejas articulaciones y continuos arabescos de
sus partes solistas.
Un programa
alegre y desenfadado
Toda una eclosión
musical que partía de piezas no escritas
ni por lo tanto salvadas, aunque sí recreadas en un buen porcentaje por
quienes tuvieron ocasión de escucharlas. Por eso no fue de extrañar que, entre
tanta música popular, se injertaran otras de Telemann, Vivaldi o el propio
Mozart, privilegiados testigos del arte de
estos singulares gitanos, a la manera en la que éstos pudieran haberlas
interpretado.
El trío formado con el
cimbalista y el violinista folk, un auténtico
lujo lleno de fuerza y vitalidad, se vio acompañado de la voz de Gibelli,
algo mate, sin demasiada fuerza y escasa expresividad, con excepciones como la
nana de los recurrentes gitanos Lóvari. En su única aria de soprano, Solo per voi tra mille e mille, de Telemann,
acusó un legato insuficiente y un tono apagado.
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