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Foto: Guillermo Mendo |
Tan querido es Jordi en
Sevilla que resulta inexplicable que el
Maestranza no experimentara un lleno absoluto. De hecho, había demasiados
huecos en el aforo, que ni la coincidencia con el Femás ni el precio de la
entrada, tampoco el programa diseñado justificaban. Otra reacción insólita del cada vez más imprevisible público sevillano,
aunque hay que reconocer que hace un buen puñado de años esto no ocurría, y
menos con esta frecuencia.
Ambos artistas
compartieron con desparpajo y sin complejos su entusiasmo con el programa
propuesto, una sucesión de hermosas canciones recuperadas en su mayor parte por el inquieto pianista, que hace
tan sólo un par de semanas nos ofrecía en la sala pequeña del mismo espacio su
recuperación de la ópera I tre gobbi
de Manuel García.
Compositores
paisanos
Y precisamente con este
compositor empezó la aventura, con la tonadilla Caramba, que Jordi y Fernández Aguirre desgranaron con ímpetu y colorido. A ella siguió la
hermosa Parad, avecillas, que ya sonó
en aquella I tre gobbi como
intermedio, a la que el tenor prestó su particular
estilo y buen oficio hasta transmitir pura emoción. Este primer bloque
terminó con la muy melancólica Floris,
según texto de Juan Meléndez Valdés.
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Foto: Guillermo Mendo |
Para culminar esta
primera parte, no podía faltar Joaquín
Turina, de quien cantó dos breves piezas (Anhelos y Farruca), la Saeta en forma de salve a la Virgen de la
Esperanza, donde brillaron unos filados exquisitos y un ligero deje aflamencado en las
antípodas del tipismo folclórico, y los Cantares
del Poema en forma de canciones, en
la misma delicada línea. También de Turina fue la Danza vasca, un zorcico que el pianista tocó magistralmente en
solitario, evidenciando la modernidad y
el cosmopolitismo del compositor sevillano.
La ciudad
mimada, también en lo musical
No podía faltar en este
homenaje alguna representación de las más de ciento cincuenta óperas que se han
inspirado o ambientado en Sevilla. Il mio
tesoro, de Don Giovanni, encontró
en el instrumento del tenor el vehículo perfecto para encandilar, con una flexibilidad para entonar y articular
sólo al alcance de los más dotados. Usar la media voz, apianar, y encarar un
sobreagudo, todo con éxito, puede hacerlo de seguido sin interrupción y con una fluidez extraordinaria.
La favorita de Donizetti fue el otro título operístico
seleccionado para la ocasión. De ella entonó La maîtresse du Roi?... Ange si pur, evidenciando la influencia de su eterno mentor Alfredo
Kraus, apenas unas semanas después de intervenir en el sentido homenaje que
rindió la 2 de TVE al idolatrado tenor canario en el espacio Imprescindibles. El toque zarzuelero
llegó de la mano de Raquel, una
hermosa y conocida romanza de El huésped
del sevillano de Jacinto Guerrro, dicha también en perfecto estilo y con
la consigna conquistada de transmitir y
emocionar al público.
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Foto: Luis Pascual |
De López ofreció dos
canciones de la opereta Andalousie, Andalucía mía y Chant du sereno, antes de una jubilosa La fiesta bohémienne, y de terminar oficialmente el recital con Sevilla, una popular canción de Manuel
Alejandro para Rocío Jurado que brilló
en la voz rotunda, potente y plagada de buen gusto de Jordi.
En las propinas, Adiós Granada de la zarzuela Emigrantes, de Calleja y Barrera, otro
velado homenaje a Kraus, Se nos rompió el
amor, la popular canción de Manuel Alejandro que revive en él una emoción implacable, y Una furtiva lagrima, otro de los pilares fundamentales del tenor en
su afortunada carrera. El público que no dejó pasar esta irrepetible oportunidad, absolutamente entusiasmado y emocionado
hasta esa misma furtiva lágrima que muchos no pudimos evitar que aflorase.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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