Una
iniciativa que partió de Jordi Tort,
el director gerente de la orquesta, que como buen barcelonés sabe perfectamente
lo que significa llenar salas con la
música de películas interpretadas de forma sincronizada con la película en
cuestión. Algo que se ha hecho en muchas ocasiones en otras plazas, celebrando
films míticos como E.T. El extra-terreste,
La guerra de las galaxias, Vértigo o Con
la muerte en los talones, y que aquí pudimos disfrutarlo hace cinco años, a
las puertas de la pandemia.
Fue
con Un
americano en París en la Cartuja, de la mano precisamente de una
orquesta catalana, la Sinfónica Camera Musicae, dirigida por el especialista en
la materia Anthony Gabriele, con resultados espléndidos. La ROSS ha hecho algo
parecido en varias ocasiones, pero acompañando
films mudos como Carmen
de Cecil B. de Mille, La revoltosa de
Florían Rey y algunos títulos de
Chaplin o Keaton, o sin palabras, como fue el caso de la selección
de episodios de las dos Fantasías
de Disney que pudimos disfrutar en el Maestranza en junio de 2022.
Por
todo ello, podemos considerar ésta la primera
ocasión en toda regla en la que la Sinfónica de Sevilla se ha atrevido a
afrontar tan mastodóntica propuesta, teniendo en cuenta además de que se trata
de una película de muy larga duración,
tres horas en su versión original estrenada en cines hace veinticuatro
años.
Coordinación
de fuerzas
Para
este reto, la Sinfónica no estuvo sola. Hasta cuatro coros amateurs y los niños y niñas de la Escolanía de Los
Palacios le acompañaron, logrando una simbiosis absoluta y un entendimiento
que sólo el esfuerzo y un arduo trabajo
pueden conseguir. La sincronización precisa con las imágenes estuvo
fundamentalmente en manos del director chino de origen taiwanés, aunque nacido
en Kuala Lumpur y formado en la prestigiosa Julliard School de Nueva York, Shih Hung Young.
Especializado en la interpretación simultánea de películas con espectáculos que van de El padrino de Nino Rota a Gladiator de Hans Zimmer, y por supuesto la cinta que nos ocupa, el director logró esa coordinación perfecta entre todas las fuerzas convocadas, con resultados tan espléndidos que costó disociar la música de la imagen, creando un efecto confuso sobre si lo que escuchábamos surgía del escenario o de la pista de sonido de la película.
Es
cierto que, dadas las dimensiones del auditorio, el sonido tuvo que ser amplificado, lo que quizás hubiera permitido
ecualizar y equilibrarlo hasta conseguir que la música no eclipsara tan a menudo como lo hizo los diálogos y efectos
de sonido de la película. Claro, que tratándose de un espectáculo donde la música
es la verdadera protagonista de la función, cabía darle esa merecida prioridad.
Howard
Shore y la Sinfónica de Sevilla
No
es la primera vez que la ROSS se enfrenta a la música de Howard Shore. Ya lo
hizo anteriormente en dos ocasiones, con
el propio compositor a la batuta. En los Encuentros de Música de Cine de 1996,
repasaron juntos aquellas partituras que le hicieron notable antes de alcanzar la fama absoluta con las
películas de Peter Jackson.
Ocho
años después, Shore recaló de nuevo en el Maestranza para presentarnos en
jornada doble su sinfonía basada en
temas de las tres películas de El señor
de los anillos, también con la Sinfónica y con bellísimas ilustraciones
de Alan Lee proyectadas en una pantalla. Pero lo de ayer y hoy es algo completamente diferente y sumamente atractivo,
con resultados espectaculares que se tradujeron en un trabajo impecable de
todas las familias orquestales, con especial protagonismo de la percusión, unos
metales refulgentes, maderas cargadas de
ternura y una cuerda afinada, depositaria de altas cargas de tensión y puntuales exhibiciones de lirismo.
En
cuanto a los coros, tan coordinados que
parecieran sólo uno, atendieron con perfección profesional los pasajes más
potentes y acentuados así como los más místicos y relajados, encontrando siempre el tono y la medida
justa, sin estridencias ni salidas de tono perceptibles. Magníficos
también, como siempre, los y las pequeñas de la Escolanía, mención especial del niño solista, nada que envidiar a Edward Ross,
el intérprete original.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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