domingo, 30 de marzo de 2025

LA ORQUESTA DE BORMUJOS ENTRA EN FEMÁS POR LA PUERTA GRANDE

XLII Festival de Música Antigua de Sevilla. Juan de Dios Mateos, tenor. Orquesta de Cámara de Bormujos. Alberto Álvarez Calero, dirección. Programa: El poeta calculista, de Manuel García (ópera unipersonal en un acto con libreto de Diego del Castillo). Espacio Turina, domingo 30 de marzo de 2025


La prueba evidente de que, por encima de presupuestos holgados y recursos de sobra, siempre prevalece el cariño y el esfuerzo que se imprima a cualquier empresa, del género que sea, es el espectáculo que presentó este domingo por la mañana Alberto Álvarez Calero al frente de su Orquesta de Cámara de Bormujos, con la impagable colaboración del tenor almeriense Juan de Dios Mateos.

Después de unos días colmados de música de Manuel García en su propia tierra, tras la presentación de I tre gobbi en la sala del Maestranza que lleva su nombre, y la selección que de coplas suyas hizo Ismael Jordi en su triunfal recital del pasado fin de semana, en ambos casos con la colaboración al piano y la restauración de Rubén Fernández Aguirre, por fin escuchamos su música a toda orquesta, con su ópera de un solo personaje El poeta calculista.

Una comedia lírica que se estrenó en Madrid en 1805, y que poco después cosecharía un gran éxito en París, donde el autor pasó sus años más fructíferos e icónicos. Su reivindicación por un conjunto, la Orquesta de Cámara de Bormujos, cuyo mayor empeño desde que se fundó en 2016 ha sido recuperar páginas del Clasicismo poco transitadas, ha constituido la primera aportación al Femás de esta joven formación del Aljarafe, que esperemos que no sea la última; el éxito logrado le avala.

Un trabajo hecho con cariño y esfuerzo

Gran parte de la responsabilidad de este éxito es de su director, el profesor Álvarez Calero, que pone todo su cariño y entusiasmo en cada una de las propuestas que, temporada tras temporada, presenta ya sea en el Salón de Actos del CEU de Bormujos o en este mismo Espacio Turina que ya ha confiado en varias ocasiones en la oportunidad de programarlas.


Han acertado de nuevo los responsables del Turina y muy especialmente los del Femás, así como quienes hemos decidido darles la cobertura que merecen, con esta exquisita y delicadísima representación en versión de semi concierto de esta ópera de García con la que exhibe su ingenio y talento a la hora de jugar con varios géneros y gramáticas sin descuidar su carácter eminentemente lírico.

En El poeta calculista un aprendiz de libretista imagina lo que haría con el legado de obras sin publicar que heredara de un rico hacendado al que prestara servicios. Cómo iría poco a poco sacando rédito del arsenal de libretos, desde tonadillas a boleros, pasando por coplas, escenas operísticas y comedias líricas que irían poco a poco engrosando su patrimonio hasta alcanzar la gloria y la riqueza que ansiaba.

Joven y apuesto tenor almeriense

Un solo personaje al que dio vida de forma impecable el joven tenor almeriense Juan de Dios Mateos, que no cosecharía como personaje la riqueza anhelada, pero sí como intérprete el aprecio y la simpatía de todos y todas quienes tuvimos el privilegio de acompañarle en una mañana triunfal de domingo.

Álvarez Calero supo impregnar de fuerza y color una obertura en la que se vislumbraba ya el milagroso cosmopolitismo de quien aún no había salido de las fronteras españolas y ya parecía conocer todas las nuevas corrientes que se cocían en la Europa más elitista. Una pieza de corte rossiniano y gramática distendida en la que no fue difícil vislumbrar una claridad melódica y una estructura orquestal tan férrea como flexible, con episodios sensacionales en las maderas, algo menos en los metales, y quizás un punto por debajo en la cuerda, que en los pasajes más agudos ofrecía cierta tendencia a la estridencia, siempre dentro de unos parámetros más que aceptables.


Por su parte, Mateos empezó algo timorato en sus locuciones, con un punto nasal en la voz que dificultaba su entendimiento, en parte también por el uso de un lenguaje antiguo y algo abigarrado. Ese toque nasal se hizo evidente, pero menos, también en la voz cantada, pero mejorando dicción y logrando hacerse cómodamente con todas las dificultades que, siempre desde una estética académica, propone García. El acierto de los subtítulos fue una vez más cortesía de la Asociación de Amistades de la Barroca.

El tenor aprobó con creces en fluidez, potencia, proyección, coloratura y agilidades, demostrando por qué se maneja tan bien en el bel canto. Pero sobre todo destacó su enorme simpatía, y esa actuación que no sabemos si autóctona o dirigida, logró una comicidad y una gracia inusitada, de la que fueron partícipes algunos integrantes de la orquesta, especialmente el concertino Nazar Yasnytskyy y sobre todo el propio Álvarez Calero, que se prestó a algunas chanzas pactadas con el carismático protagonista.

Así, piezas tan populares como Yo que soy contrabandista, repetida como propina, la agotadora aria grande o el sorprendente dúo en el que tiene que alternar voces impostadas de bajo y soprano, se intercalaron con interludios orquestales en los que la formación evidenció el mismo cariño y buen gusto que en los pasajes acompañantes, siempre en sintonía y perfecta concertación con la voz de Mateos.

La fecunda comicidad de la propuesta, la naturalidad con la que todos sus artífices acometieron la empresa, y la felicidad que transmitieron al público, lograron una agradabilísima sorpresa en forma de concierto que tardaremos en olvidar. Si para este ingenuo poeta calculista soñar es gratis, para nosotros disfrutar de un espectáculo así no tiene precio.

Fotos: Lolo Vasco
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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