lunes, 24 de marzo de 2025

UN BAÑO RELAJANTE EN STILE ANTICO

XLII Festival de Música Antigua de Sevilla. Stile Antico: Helen Ashby, Kate Ashby y Rebecca Hickey, sopranos; Cara Curran, Emma Ashby y Rosie Parker, altos; Andrew Griffiths, Benedict Hymas y Jonathan Hanley, tenores; Gareth Thomas, James Arthur y Nathan Harrison, bajos. Programa: El príncipe de la música. 500 años del nacimiento de Giovanni Pierluigi da Palestrina (motetes, piezas y canciones sacras de Giovanni Pierluigi Palestrina, Josquin Desprez, Jacques Arcadelt, Tomás Luis de Victoria, Orlando di Lasso, Felice Anerio, Gregorio Allegri y Cheryl Frances-Hoad). Espacio Turina, domingo 23 de marzo de 2025


Llegó la música del Renacimiento, y lo hizo de la mano de su máximo exponente en lo que a polifonía vocal se refiere, Giovanni Pierluigi da Palestrina, justo cuando se celebran quinientos años de su nacimiento. Y para iniciar una serie de conciertos articulados en torno a su música y figura, nada mejor que un concierto de Stile Antico, conjunto británico que hoy se cuenta entre los más rigurosos y reconocidos en el repertorio, que para la ocasión articularon un homenaje en el que brilló tanto su música como la de quienes influyeron en su estilo y la de quienes se dejaron influir a su vez por el suyo.

Stile Antico hace acopio de una disciplina férrea y un sonido hermoso en la tradición de los conjuntos ingleses que se dedican a la música polifónica, y una puesta en escena esmerada y meticulosa en la que el emplazamiento de voces resulta crucial para disfrutar al máximo de sus posibilidades en cada propuesta.

Tras un arranque en el que ya se vislumbraba el carácter fundamentalmente balsámico de la música programada, el homenaje discurrió primero por quienes influyeron en su música, con Josquin Desprez, franco flamenco capaz de transmitir una emoción directa, y Jacques Arcadelt, también franco flamenco, de estilo melodioso y refinado, a la cabeza.

Especialmente emotivas resultaron las elocuentes pausas con las que el conjunto se enfrentó al Salve Regina a cinco voces de Desprez, destacando el fraseo cuidadoso y flexible de cada una de las doce voces. Echamos en falta en este primer bloque la influencia de Cristóbal de Morales, especialmente relevante en la escritura de sus misas.

El segundo bloque se centró en la Contrarreforma, de la que Palestrina fue el más destacado representante, sobre todo a través de melodías claras y ritmos precisos. Una polifonía suave y consonante, característica del Renacimiento tardío, que se tradujo en una asombrosa flexibilidad y una articulación precisa al servicio de una armonía esplendorosa, en la que tuvo cabida un breve motete de Tomás Luis de Victoria, que perfeccionó su estilo en el Colegio Germánico de Roma, donde coincidió con el homenajeado, y cuya música respira una atmósfera mística.

Unas dinámicas muy estudiadas consiguieron que el final de esta primera parte asemejase un canto alzado a ese cielo imaginado que resolvía todos los problemas sufridos en la tierra.

Emoción y claridad

Ya en la segunda parte, resultó especialmente conmovedor y revelador el canto a solo cuatro voces del madrigal Goia m’abond’al cor, dos sopranos y dos tenores abandonados a la belleza absoluta, evidenciando una calidad en las voces sólo al alcance de los más refinados solistas. Se trataba de exhibir los esfuerzos por introducir elementos profanos en la música de la época, tan proclive a respetar los designios eclesiásticos.


Siguió un bloque destinado a elogiar la música, en el que el conjunto manifestó tanta claridad textual como magisterio en la elaboración armónica y contrapuntística. Incluyó una pieza de Orlando di Lasso, cuyo estilo vivo y declamatorio enuncia una mística litúrgica resplandeciente, de la que Stile Antico se hizo perfectamente eco.

El legado de Palestrina ocupó el bloque final, con música de Felice Anerio, ya a las puertas del barroco, sucesor de Palestrina en la Capilla Papal, cuya solidez impregnada de misticismo sirvió al conjunto para adaptarse a otro estilo y cambiar tímidamente de registro, algo que logró a lo largo del concierto que no resultara tan monótono como se preconizaba.

Igualmente piadosa sonó la música de Gregorio Allegri, también discípulo del homenajeado. Y finalmente un gran salto a tiempos contemporáneos, con la inclusión de una pieza en clave de motete, homenaje al insigne compositor italiano, de la británica Cheryl Frances-Hoad. Como propina, el conjunto entonó The Silver Swan de Orlando Gibbons, que este año cumple cuatrocientos.

Aunque los textos se podían consultar en la web del festival, disfrutarlos sobre el escenario, traducidos por cortesía de la Asociación de Amistades de la Barroca, evitó la molestia de los móviles encendidos. El respeto y recogimiento del público colaboró a la feliz resolución de un concierto para el que el Espacio Turina a veces se quedó corto en acústica, provocándose saturación en los momentos más álgidos.

Fotos: José Antonio de Lamadrid
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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