sábado, 22 de marzo de 2025

FEMÁS ARRANCA CON LOS VIRTUOSOS DE BACH

XLII Festival de Música Antigua de Sevilla. Orquesta Barroca de Sevilla. Midori Seiler, violín y dirección. Programa: Suite en Re mayor de Johann Georg Linike; Concierto para violín de Joseph Spiess; Concerto à 4 en La mayor de Georg Philipp Telemann; Concierto de Brandeburgo nº 3 en Sol mayor BWV 1048, Concierto para violín en la menor BWV 1041 y Concierto para tres violines BWV 1064R de Johann Sebastian Bach. Espacio Turina, viernes 21 de marzo de 2025


Hace bien Fahmi Alqhai en encomendarle a la Barroca de Sevilla el concierto de inauguración del Festival de Música Antigua de Sevilla, que ayer empezó su andadura en una sala tan ligada a este certamen hispalense como es el Espacio Turina. No en vano se trata de nuestro mayor emblema musical en lo que a interpretación de la música barroca y clásica con criterios e instrumentos con rigor histórico se trata, y acaban de aterrizar de otro triunfal concierto fuera de nuestras fronteras andaluzas, esta vez en Mallorca, donde deleitaron al público con su vitalista visión de Las cuatro estaciones de Vivaldi.

Coincidía este concierto de inauguración con el trescientos cuarenta aniversario del nacimiento del genio de Eisenach, y Midori Seiler venía con la lección muy aprendida. Tres de los conciertos ofrecidos anoche, uno de ellos de Bach y los otros de autores estrechamente relacionados con él, los grabó hace un par de años junto a Köthens BachCollektiv, repasando en un registro de título Bach’s Virtuosos su paso por la corte del príncipe Leopold en Cöthen.

La violinista alemana de origen japonés ya participó en algunas ediciones anteriores del Femás, y junto a la Barroca nos dejó hace un año un algo accidentado concierto en el que compartió honores con Rafael Ruibérriz, que precisamente le toma hoy el relevo en la matinal que dedica también a Bach y su compadre Telemann en San Luis de los Franceses.

Aunque la edición de este año está dedicada fundamentalmente a Palestrina, cuando se cumple medio milenio de su nacimiento, vuelve a ser Bach el verdadero protagonista, y así quedó claro en este primer concierto, que se inició con una hermosa suite de Johann Georg Linike, virtuoso violinista y compañero de Bach durante su estancia en Cöthen. Un arranque fulguroso no impidió apreciar las líneas melódicas y las ricas inflexiones de la obertura de una Suite en Re mayor en las que el violín de Seiler se mezcló con el resto de instrumentos con total naturalidad, y en la que sobresalieron sus dos melancólicas arias, especialmente la segunda, donde destacó el sonido sordo y perfectamente articulado del clave de Alejandro Casal.

Pero siguió un Concierto para violín de Joseph Spiess, compañero del homenajeado en la orquesta de Cöthen, que evidenció el sonido áspero e  insuficientemente limado de Seiler, incluida alguna nota desafinada y estridente ante la que poco pudo hacer un conjunto en el que de nuevo destacó el poderoso continuo de la orquesta, reforzado con el violonchelo de José Manuel Ramírez.

Después, un gozoso Concierto de Brandeburgo nº 3 rico en fantasía y espectacularidad, con las voces sucediéndose en ricas escalas, creando una vertiginosa sensación de aliteración acústica en la que el trabajo enérgico de los violonchelos, Ruiz, Ramírez y uno más a cargo de Javier López Escalona, sobresalió de forma tan ágil como gozosa. El clave de Casal protagonizó un sensacional adagio repleto de elegantes improvisaciones y buen gusto.


Sin embargo, la monotonía se adueñó de una segunda parte en la que apenas atisbamos razones para dejarnos seducir por la música del genio alemán, con un Concierto para violín BWV 1041 resuelto sin apenas imaginación y ese sonido áspero y sin relieve apuntado en la solista.

Para entonces, la pieza de Telemann, un concierto interpretado con corrección y escaso sentido de la acentuación, poco añadió a una velada que culminó con la particular restauración de la propia violinista del Concierto para tres violines en Re mayor BWV 1064R, a partir de la más popular versión para teclados. Entonces, el débil sonido de Seiler quedó expuesto junto al más brioso y sedoso de Ignacio Ramal y Miguel Romero, sin despreciar la habilidad técnica y el magisterio en la articulación que mostró en todo momento la violinista de origen nipón.

Fotos: Lolo Vasco
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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