XLII Festival de Música Antigua de Sevilla. Orquesta Barroca de Sevilla. Midori Seiler, violín y dirección. Programa: Suite en Re mayor de Johann Georg Linike; Concierto para violín de Joseph Spiess; Concerto à 4 en La mayor de Georg Philipp Telemann; Concierto de Brandeburgo nº 3 en Sol mayor BWV 1048, Concierto para violín en la menor BWV 1041 y Concierto para tres violines BWV 1064R de Johann Sebastian Bach. Espacio Turina, viernes 21 de marzo de 2025
Coincidía este
concierto de inauguración con el trescientos
cuarenta aniversario del nacimiento del genio de Eisenach, y Midori Seiler venía con la lección muy
aprendida. Tres de los conciertos ofrecidos anoche, uno de ellos de Bach y los
otros de autores estrechamente relacionados con él, los grabó hace un par de
años junto a Köthens BachCollektiv, repasando en un registro de título Bach’s Virtuosos su paso por la corte del príncipe Leopold en Cöthen.
Aunque la edición de este año está dedicada fundamentalmente a Palestrina, cuando se cumple medio milenio de su nacimiento, vuelve a ser Bach el verdadero protagonista, y así quedó claro en este primer concierto, que se inició con una hermosa suite de Johann Georg Linike, virtuoso violinista y compañero de Bach durante su estancia en Cöthen. Un arranque fulguroso no impidió apreciar las líneas melódicas y las ricas inflexiones de la obertura de una Suite en Re mayor en las que el violín de Seiler se mezcló con el resto de instrumentos con total naturalidad, y en la que sobresalieron sus dos melancólicas arias, especialmente la segunda, donde destacó el sonido sordo y perfectamente articulado del clave de Alejandro Casal.
Pero siguió un Concierto para violín de Joseph Spiess, compañero del
homenajeado en la orquesta de Cöthen, que evidenció el sonido áspero e
insuficientemente limado de Seiler, incluida alguna nota desafinada
y estridente ante la que poco pudo hacer un conjunto en el que de nuevo destacó el poderoso continuo de la
orquesta, reforzado con el violonchelo de José Manuel Ramírez.
Después, un gozoso Concierto de Brandeburgo nº 3 rico en fantasía y espectacularidad,
con las voces sucediéndose en ricas escalas, creando una vertiginosa sensación de
aliteración acústica en la que el trabajo
enérgico de los violonchelos, Ruiz, Ramírez y uno más a cargo de Javier
López Escalona, sobresalió de forma tan
ágil como gozosa. El clave de Casal protagonizó un sensacional adagio repleto de elegantes
improvisaciones y buen gusto.
Para entonces, la pieza
de Telemann, un concierto interpretado
con corrección y escaso sentido de la acentuación, poco añadió a una velada
que culminó con la particular restauración de la propia violinista del Concierto para tres violines en Re mayor BWV
1064R, a partir de la más popular versión para teclados. Entonces, el débil
sonido de Seiler quedó expuesto junto al más
brioso y sedoso de Ignacio Ramal y Miguel Romero, sin despreciar la habilidad técnica y el magisterio en la
articulación que mostró en todo momento la violinista de origen nipón.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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