sábado, 5 de abril de 2025

EL VIVALDI CORRECTO DE BONITATIBUS Y VESPRES DE'ARNADÍ

XLII Festival de Música Antigua de Sevilla. Anna Bonitatibus, mezzosoprano. Vespres d’Arnadí: Farran Sylvan James y Alba Roca, violines; Natan Paruzel, viola; Oriol Aymat, violonchelo; Mario Lisarde, violone; Dani Espasa, clave y dirección. Programa: Tutto Vivaldi (Cantata “Cessate, o mai cessate” RV 684; Sonata para dos violines en re menor Op. 1 nº 12 RV 63 “La Follia”; “Sovvente il sole”, de Andromeda liberata RV 117; “Vorresti amor da me” y “Così potessi anch’io”, de Orlando furioso RV 728; “Sento il seno”, de Il Giustino RV 717; Sinfonia y “Lo seguitati felice”, de L’Olimpiade RV 725; “Sorge l’irato nembo”, de Farnace RV 711a). Espacio Turina, viernes 4 de abril de 2025


Por fin recalaba la mezzo italiana Anna Bonitatibus en Sevilla, tras la cancelación de última hora que protagonizó en enero de 2020, cuando tuvo que ser sustituida por Ann Hallenberg en un exigente concierto junto a la Barroca de Sevilla en el Maestranza, alegando motivos de indisposición. Y el público lo celebró llenando el Espacio Turina y convirtiendo la ocasión en un evento, aunque la tregua meteorológica y la fiesta semanasantera que se vivía en la calle invitaran a la deserción.

Bonitatibus hizo gala en todo momento de una gran simpatía y de conectar con el público incondicionalmente, mientras Vespres d’Arnadí, que a lo largo de los años se han ido familiarizando con esta sala sevillana, junto a voces de la talla de Xabier Sabata, Sonia Prina, Juan Sancho o Ruth Rosique, acudió a la cita en formación reducida pero en muy buena forma.

El público respondió arrebatado a pesar de las sombras que acompañaron al recital, relacionadas con la decepcionante corrección con la que, especialmente ella, acometieron un atractivo programa que daba pie para un mayor énfasis y acento temperamental del que encontramos en general.

El vértigo Vivaldi, ausente

No cabe hacer especiales reproches al canto de la veterana mezzosoprano, curtido en multitud de grandes ocasiones y roles tanto barroco como clásico de diversa índole. Tiene una voz ancha, de muy atractivo timbre, y es capaz de modular a discreción, mientras en cuestiones como fraseo y articulación, se despacha generosamente.


Arrancó en caliente, con ese vestuario de pantalón que tantos éxitos le ha reportado en el repertorio operístico, y con una de las cantatas que el compositor veneciano compuso para su tesitura, Cessate, o mai cessate, de temática pastoril. Ya aquí tuvo ocasión de mostrar sus aptitudes sentimentales, en el aria Ah, ch’infelice, que despachó con emotividad y mucha dulzura, así como sus aires de bravura en Nell’orrido albergo, demostrando por qué se trata de una de las voces más reputadas y versátiles de su generación.

Por qué entonces su rendimiento decayó más adelante, cuando en Sovvente il sole, de la serenata Andromeda liberata, acusó cierta monotonía en los acentos y los ataques, a pesar de mantener en todo momento ese talante simpático y distendido con el que se metió al público en el bolsillo.

La segunda parte estuvo íntegramente dedicada a la ópera vivaldiana, de cuyo extenso catálogo apenas se han podido rescatar un puñado de títulos desde que su obra comenzara a ser redescubierta a mitad del pasado siglo. Volvimos entonces a enfrentarnos a la misma actitud en la cantante, ataviada entonces con un alegre vestido de lunares, quizás como homenaje a nuestra tierra.

Arias sentimentales cantadas con aliento lírico, como ese precioso Sento il seno que entonó acompañada por los pizzicati de la orquesta, o ese traumático Così potessi anch’io en el que echamos en falta más temperamento y un dolor más sincero. La mera corrección se impuso también en las arias de bravura de Farnace y Orlando furioso que entonó con las agilidades justas y sin atisbo de esfuerzo, tan necesario para levantar ánimos en un repertorio tan agradecido para ello.

Acompañamiento justo, ocasionalmente brillante

Vespres d’Arnadí acudió a la cita en formación reducida, dos violines, una viola y continuo formado por clave, violonchelo y violone. Y a pesar de eso, hay que reconocer cómo lograron sonar como toda una orquesta, con el brío y el brillo que se requiere en un repertorio considerablemente exigente como éste.

Junto a Bonitatibus se mostraron tan generosos como respetuosos, mención especial para los ágiles solos de Farran Sylvan James, mientras en sus incursiones en solitario, el conjunto mostró una madurez en el sonido y la actitud que se saldó de forma harto convincente.

Alba Roca

Especialmente logrado fue el duelo de violines que protagonizaron James y Alba Roca, a quien siempre recordaremos por su paso en aquella lejana Barroca de Sevilla. En la sonata La follia, conjunto de variaciones sobre la célebre danza ibérica, ambas instrumentistas brillaron a gran altura, con un sonido quizás algo seco pero en ningún caso áspero ni estridente. El resto acompañó con el brío y la energía necesaria.

También en sus manos, la Sinfonía de L’Olimpiade sonó en esos términos de corrección denunciados, aunque nunca con la falta de riesgo que Bonitatibus imprimió a sus aportaciones. Y todo eso a pesar de la excelente disposición que ofreció la cantante, y que se tradujo ocasionalmente en unas ganas de bailar que también acompañaron a Dani Espasa, clavecinista, director y fundador del ya veterano conjunto catalán.

Fotos: Lolo Vasco
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

No hay comentarios:

Publicar un comentario