Bonitatibus hizo gala en
todo momento de una gran simpatía y
de conectar con el público incondicionalmente, mientras Vespres d’Arnadí, que a lo largo de los años se han ido
familiarizando con esta sala sevillana, junto a voces de la talla de Xabier
Sabata, Sonia Prina, Juan Sancho o Ruth Rosique, acudió a la cita en formación reducida pero en muy buena
forma.
El público respondió
arrebatado a pesar de las sombras que
acompañaron al recital, relacionadas con la decepcionante corrección con la
que, especialmente ella, acometieron un atractivo programa que daba pie para un mayor énfasis y acento temperamental
del que encontramos en general.
El vértigo
Vivaldi, ausente
No cabe hacer
especiales reproches al canto de la veterana mezzosoprano, curtido en multitud
de grandes ocasiones y roles tanto barroco como clásico de diversa índole.
Tiene una voz ancha, de muy atractivo
timbre, y es capaz de modular a discreción, mientras en cuestiones como
fraseo y articulación, se despacha generosamente.
Por qué entonces su rendimiento decayó más adelante,
cuando en Sovvente il sole, de la
serenata Andromeda liberata, acusó
cierta monotonía en los acentos y los
ataques, a pesar de mantener en todo momento ese talante simpático y
distendido con el que se metió al público en el bolsillo.
La segunda parte estuvo
íntegramente dedicada a la ópera
vivaldiana, de cuyo extenso catálogo apenas se han podido rescatar un
puñado de títulos desde que su obra comenzara a ser redescubierta a mitad del
pasado siglo. Volvimos entonces a enfrentarnos a la misma actitud en la
cantante, ataviada entonces con un alegre vestido de lunares, quizás como
homenaje a nuestra tierra.
Arias sentimentales
cantadas con aliento lírico, como
ese precioso Sento il seno que entonó
acompañada por los pizzicati de la
orquesta, o ese traumático Così potessi
anch’io en el que echamos en falta
más temperamento y un dolor más sincero. La mera corrección se impuso
también en las arias de bravura de Farnace
y Orlando furioso que entonó con las agilidades justas y sin atisbo de esfuerzo,
tan necesario para levantar ánimos en un repertorio tan agradecido para ello.
Acompañamiento
justo, ocasionalmente brillante
Vespres d’Arnadí acudió
a la cita en formación reducida, dos
violines, una viola y continuo formado por clave, violonchelo y violone. Y a
pesar de eso, hay que reconocer cómo lograron
sonar como toda una orquesta, con el brío y el brillo que se requiere en un
repertorio considerablemente exigente como éste.
Junto a Bonitatibus se
mostraron tan generosos como respetuosos, mención especial para los ágiles solos de Farran Sylvan James,
mientras en sus incursiones en solitario, el conjunto mostró una madurez en el
sonido y la actitud que se saldó de forma harto convincente.
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Alba Roca |
También en sus manos,
la Sinfonía de L’Olimpiade sonó en
esos términos de corrección denunciados, aunque nunca con la falta de riesgo que
Bonitatibus imprimió a sus aportaciones. Y todo eso a pesar de la excelente disposición que ofreció la
cantante, y que se tradujo ocasionalmente en unas ganas de bailar que
también acompañaron a Dani Espasa,
clavecinista, director y fundador del ya veterano conjunto catalán.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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