viernes, 28 de marzo de 2025

UNA FUNCIÓN MUY VERBENERA

La verbena de la paloma. Sainete lírico con música de Tomás Bretón y libreto de Ricardo de la Vega. Prólogo “Adiós, Apolo” de Álvaro Tato. Lucía Marín, dirección musical. Nuria Castejón, dirección escénica. Nicolás Boni, escenografía. Gabriela Salaverri, vestuario. Albert Faura, iluminación. Íñigo Sampil, dirección del coro. Cristina Arias, asistente dirección y coreografía. Con Borja Quiza, Carmen Romeu, Emilio Sánchez, Amparo Navarro, Ana San Martín, Manuel de Diego, Rafa Castejón, Gurutze Beitia y Sara Salado. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y Coro del Teatro de la Maestranza. Producción del Teatro de la Zarzuela. Teatro de la Maestranza, jueves 27 de marzo de 2025


Coincidía ayer el estreno en Sevilla de esta nueva producción de la Zarzuela de La verbena de la paloma, con la celebración del Día Internacional del Teatro. Una feliz coincidencia por cuanto en esta versión de la popular zarzuela de Tomás Bretón, un prólogo de aproximadamente tres cuartos de hora recrea el ensayo previo a la última función del llorado Teatro Apolo de la calle Alcalá, antes de que la especulación acabara por destruirlo.

Y nos vino a la memoria, en tan sintomática fecha, tantos espacios cerrados y aquellos otros que corren el peligro de hacerlo, empezando por el Teatro San Fernando de la calle Tetuán, o los de Sierpes, Imperial y Lloréns, a los que declarar bienes de interés cultural no parece hacerles mucho favor, sin hablar del Coliseo, que aunque no fue exactamente teatro, hechuras no le faltaban. Ayer mismo tuvo lugar una concentración frente al Lope de Vega para exigir su inmediata reapertura.

El dramaturgo, actor y poeta Álvaro Tato diseña y articula este prólogo, que a la postre se convierte en lo mejor de esta producción del señero título zarzuelero, cuando todavía recordamos con enorme satisfacción el extraordinario sabor de boca que nos dejó hace casi veinte años la anterior producción, también de la Zarzuela, que pudimos ver cuando el Maestranza la programó por última vez, entonces con una dirección escénica de Sergio Renán muy deudora del cine de los años treinta.

Una primera parte con aspecto de musical

El prólogo se ambienta en 1929, cuando director y compañía preparan con la histeria habitual la última función de un teatro que se especializó en eso que llamaron el teatro por horas, y cuya famosa cuarta de Apolo se reservaba al título más llamativo. Y entonces todo recuerda a la atmósfera que se ha seguido respirando en series de televisión tan populares como Aquí no hay quien viva o La que se avecina, y que a nosotros nos parecen tan deleznables por cuanto retratan una sociedad donde reina el mal humor, la falta de respeto y la mala educación, como si fueran recursos humorísticos.


A pesar de ello, Tato acierta al introducir aquí todas las críticas que pudieran hacerse a una revisión no actualizada del título de Bretón, con proclamas feministas y libertarias y un afán de modernidad que aún debía esperar dos años a asentarse, cuando se proclamase la Segunda República. Queda así justificado el carácter presuntamente rancio de lo que habrá de venir, que no es sino una producción absolutamente fiel al original, salvo por un vestuario contemporáneo a esa última función del Apolo, echándose en falta los tradicionales trajes de chulos y chulapas.

Con este pretexto, se hace un documentado repaso a la historia del Apolo antes de que se reabriese en la Plaza Progreso, hoy Tirso de Molina, donde se representan musicales como el que plantea este prólogo, con números de zarzuelas y revistas poco conocidas que sirven para poner en escena coreografías nunca del todo rematadas, siempre en el límite de lo correcto, sin llegar a la excelencia, aunque en lo estrictamente musical funcionaron satisfactoriamente desde el foso y sobre el escenario, destacando el Chotis de la garsón de Jacinto Guerrero, el Tango del cinematógrafo de Serrano, y el duelo de valses de Chueca y Valverde.

Una exhibición de malos modos

Unos decorados costumbristas y realistas, de esos que el público aplaude a rabiar, abren paso a una Verbena de la paloma cuyo primer cuadro deja ya en entredicho la oportunidad de esta nueva producción a raíz del ciento setenta y cinco aniversario del nacimiento del autor. La combinación entre el dúo de Don Hilarión y Don Sebastián, los chascarrillos del tabernero y sus amigos y la afligida canción de Julián, no funciona. Falta dinamismo y emoción, antes de que en el coro entonando las famosas seguidillas atisbemos en primera línea a Marta García-Morales y Paula Ramírez, integrantes de la Compañía Sevillana de Zarzuela, que con pocos medios tan bien sabe quitarle el polvo a estos títulos decimonónicos.


Se mantiene la línea dramática, bien defendida por cantantes y actores, pero que tanto hiere nuestro sentimiento al evocar esa falta de respeto entre semejantes, buscando en el desprecio y la mala educación el efecto humorístico, tan propio de las clases bajas madrileñas tal como se han empeñado en presentarlas. Y así hasta el final, y sin que nos emocionen las coplas de Don Hilarión ni nos conmueva el famoso dúo de los enamorados y el mantón de manila.

En este contexto, hay que destacar una buena iluminación, un correcto vestuario y una vistosa escenografía, especialmente en el número de la soleá, muy bien cantado por Sara Salado y bailado por la coreógrafa Cristina Arias. Por su parte, la directora jienense Lucía Marín, mantuvo el control de la orquesta, salvo en momentos puntuales en los que llegó a eclipsar las voces, si bien se mostró más preocupada por sacar brillo que por cuidar los matices de la partitura y su excelente orquestación.

Entre esas voces eclipsadas, nos sorprendió la de Manuel de Diego, inaudible en La verbena y sin embargo tan potente en el prólogo, donde daba vida a un fotógrafo. De igual manera, pero a la inversa, nos pasó con Ana San Martín, que dio la sensación de no saber cantar en el prólogo y sin embargo se defendió muy bien en su breve cometido como Casta.


En cuanto al cuarteto protagonista, buena voz, controlada y moldeada, la de Borja Quiza, corto sin embargo en expresividad y sentimiento. Carmen Romeu, a quien aquí hemos visto hasta cantar música antigua en los Jardines del Alcázar, mantiene su voz espesa y bien articulada, aunque a veces parece perderse en los cambios de registro. Emilio Sánchez no es el Hilarión perfecto, resulta estridente y acusa una voz muy tremolante. Amparo Navarro exagera su tono apesadumbrado, pero en lo vocal mantiene la dignidad de su veteranía.

No cabe duda de que Nuria Castejón, más habitual como coreógrafa que como directora de escena, se ha tomado con seriedad su cometido en esta producción que se estrenó en Madrid la primavera del año pasado, y debía haberse representado en Les Arts de Valencia en noviembre si no hubiese sido cancelada por la tragedia de la Dana; pero los resultados no le avalan a nuestro juicio. Que sus hermanos Rafa y Jesús le acompañen en la empresa, el primero como tabernero (director en el prólogo) y el segundo como voz en la radio, nos parece un gesto tan oportuno como entrañable.

Fotos: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 26 de marzo de 2025

ESTADO ELÉCTRICO Aparatoso artilugio anti inteligencia artificial

Título original: The Electric State
USA 2025 116 min.
Dirección
Arthur y Joe Russo Guion Christopher Markus y Stephen McFeely, según la novela de Simon Stalenhag Fotografía Stephen F. Windom Música Alan Silvestri Intérpretes Chris Pratt, Millie Bobby Brown, Stanley Tucci, Ke Huy Quan, Woody Norman, Giancarlo Esposito, Jason Alexander, Holly Hunter, Colman Domingo y las voces de Woody Harrelson, Alan Tudyk, Anthony Mackie, Jenny Slate, Hank Azaria y Brian Cox Estreno en Netflix 14 marzo 2025

Basada en una de esas novelas que encuentran en la distopía el campo de cultivo para reflexiones más o menos trascendentales sobre la condición humana, Estado eléctrico es el nuevo artilugio tecnológico de Netflix para un entretenimiento familiar tan aparatoso como poco recomendable. Sus directores, los hermanos Arthur y Joe Russo se han curtido en la comedia (Bienvenidos a Collinwood, Tú, yo y ahora… Dupree) y en el universo Marvel con varias entregas del Capitán América y Los vengadores. Ahora, intentan combinar ambas facetas de forma tan artificiosa como desigual con este viaje a un pasado reciente pero distópico en el que los robots se han rebelado contra la tiranía humana que los esclaviza, para dar paso a una nueva tecnología que facilita a la humanidad abstraerse de los problemas de la realidad mediante el refugio en la realidad virtual.

En este contexto una joven traumatizada por la pérdida de su familia, busca junto a un par de simpáticos robots y un rebelde de la carretera, un Chris Pratt que repite el carácter que tanto rédito le ha dado en Los guardianes de la galaxia, a su hermano súper inteligente, en manos quizás de un magnate de los negocios que bajo la apariencia de bonhomía, pacifismo y búsqueda de la felicidad humana, esconde perversos instintos y objetivos, como suele ser habitual en este tipo de productos. La cinta acaba así repitiendo esquemas, abandonándose a una vorágine de violencia y destrucción que acaba por solapar cualquier atisbo educativo o ejemplarizante.

De esta forma, el film termina por naufragar, convirtiéndose en una suerte de Transformers en el que ni un conjunto de simpáticos personajes animados, ni la imponente factura ni su excelente reparto, ante la cámara o prestando simplemente su voz, logran hacer más digerible. Para colmo, su narrativa resulta farragosa, mientras la trama va perdiendo interés de forma paulatina e inevitable, derivando todo en un despropósito descomunal.

lunes, 24 de marzo de 2025

UN BAÑO RELAJANTE EN STILE ANTICO

XLII Festival de Música Antigua de Sevilla. Stile Antico: Helen Ashby, Kate Ashby y Rebecca Hickey, sopranos; Cara Curran, Emma Ashby y Rosie Parker, altos; Andrew Griffiths, Benedict Hymas y Jonathan Hanley, tenores; Gareth Thomas, James Arthur y Nathan Harrison, bajos. Programa: El príncipe de la música. 500 años del nacimiento de Giovanni Pierluigi da Palestrina (motetes, piezas y canciones sacras de Giovanni Pierluigi Palestrina, Josquin Desprez, Jacques Arcadelt, Tomás Luis de Victoria, Orlando di Lasso, Felice Anerio, Gregorio Allegri y Cheryl Frances-Hoad). Espacio Turina, domingo 23 de marzo de 2025


Llegó la música del Renacimiento, y lo hizo de la mano de su máximo exponente en lo que a polifonía vocal se refiere, Giovanni Pierluigi da Palestrina, justo cuando se celebran quinientos años de su nacimiento. Y para iniciar una serie de conciertos articulados en torno a su música y figura, nada mejor que un concierto de Stile Antico, conjunto británico que hoy se cuenta entre los más rigurosos y reconocidos en el repertorio, que para la ocasión articularon un homenaje en el que brilló tanto su música como la de quienes influyeron en su estilo y la de quienes se dejaron influir a su vez por el suyo.

Stile Antico hace acopio de una disciplina férrea y un sonido hermoso en la tradición de los conjuntos ingleses que se dedican a la música polifónica, y una puesta en escena esmerada y meticulosa en la que el emplazamiento de voces resulta crucial para disfrutar al máximo de sus posibilidades en cada propuesta.

Tras un arranque en el que ya se vislumbraba el carácter fundamentalmente balsámico de la música programada, el homenaje discurrió primero por quienes influyeron en su música, con Josquin Desprez, franco flamenco capaz de transmitir una emoción directa, y Jacques Arcadelt, también franco flamenco, de estilo melodioso y refinado, a la cabeza.

Especialmente emotivas resultaron las elocuentes pausas con las que el conjunto se enfrentó al Salve Regina a cinco voces de Desprez, destacando el fraseo cuidadoso y flexible de cada una de las doce voces. Echamos en falta en este primer bloque la influencia de Cristóbal de Morales, especialmente relevante en la escritura de sus misas.

El segundo bloque se centró en la Contrarreforma, de la que Palestrina fue el más destacado representante, sobre todo a través de melodías claras y ritmos precisos. Una polifonía suave y consonante, característica del Renacimiento tardío, que se tradujo en una asombrosa flexibilidad y una articulación precisa al servicio de una armonía esplendorosa, en la que tuvo cabida un breve motete de Tomás Luis de Victoria, que perfeccionó su estilo en el Colegio Germánico de Roma, donde coincidió con el homenajeado, y cuya música respira una atmósfera mística.

Unas dinámicas muy estudiadas consiguieron que el final de esta primera parte asemejase un canto alzado a ese cielo imaginado que resolvía todos los problemas sufridos en la tierra.

Emoción y claridad

Ya en la segunda parte, resultó especialmente conmovedor y revelador el canto a solo cuatro voces del madrigal Goia m’abond’al cor, dos sopranos y dos tenores abandonados a la belleza absoluta, evidenciando una calidad en las voces sólo al alcance de los más refinados solistas. Se trataba de exhibir los esfuerzos por introducir elementos profanos en la música de la época, tan proclive a respetar los designios eclesiásticos.


Siguió un bloque destinado a elogiar la música, en el que el conjunto manifestó tanta claridad textual como magisterio en la elaboración armónica y contrapuntística. Incluyó una pieza de Orlando di Lasso, cuyo estilo vivo y declamatorio enuncia una mística litúrgica resplandeciente, de la que Stile Antico se hizo perfectamente eco.

El legado de Palestrina ocupó el bloque final, con música de Felice Anerio, ya a las puertas del barroco, sucesor de Palestrina en la Capilla Papal, cuya solidez impregnada de misticismo sirvió al conjunto para adaptarse a otro estilo y cambiar tímidamente de registro, algo que logró a lo largo del concierto que no resultara tan monótono como se preconizaba.

Igualmente piadosa sonó la música de Gregorio Allegri, también discípulo del homenajeado. Y finalmente un gran salto a tiempos contemporáneos, con la inclusión de una pieza en clave de motete, homenaje al insigne compositor italiano, de la británica Cheryl Frances-Hoad. Como propina, el conjunto entonó The Silver Swan de Orlando Gibbons, que este año cumple cuatrocientos.

Aunque los textos se podían consultar en la web del festival, disfrutarlos sobre el escenario, traducidos por cortesía de la Asociación de Amistades de la Barroca, evitó la molestia de los móviles encendidos. El respeto y recogimiento del público colaboró a la feliz resolución de un concierto para el que el Espacio Turina a veces se quedó corto en acústica, provocándose saturación en los momentos más álgidos.

Fotos: José Antonio de Lamadrid
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

domingo, 23 de marzo de 2025

MISERICORDIA Disparatada subversión de las convenciones

Título original: Miséricorde
Francia-España-Portugal 2024 104 min.
Guion y dirección
Alain Guiraudie Fotografía Claire Mathon Música Marc Verdaguer Intérpretes Félix Kysyl, Catherine Frot, Jacques Develay, Jean-Baptiste Durand, David Ayala, Sébastien Faglain, Salomé Lopes, Tatiana Spivakova Estreno en el Festival de Cannes 20 mayo 2024; en Francia 16 octubre 2024; en España 21 marzo 2025


Más de una década después de El desconocido del lago, Giraldillo de Oro en Sevilla, Alain Guiraudie vuelve a proponer una historia de intriga criminal con el deseo homosexual como telón de fondo. Hay quien cree ver en la película una revisión del universo pasoliniano de Teorema, otros la intriga rural chabroliana y hasta quien lo compara con Hitchock, aunque no faltaría razón a quien lo hiciera por ese bosque otoñal plagado de encuentros casuales tan reminiscente de ¿Pero quién mató a Harry?.

Lo cierto es que Guiraudie parece tener muy claras cuáles son sus intenciones, dejando que sea nuestro problema si sintonizamos o no con su particular dialéctica narrativa en la que el deseo globalizado en una pequeña localidad a raíz de la llegada de un joven forastero, dándose la particularidad de que la homosexualidad campa a sus anchas, puede acabar descolocándonos y hasta irritarnos por su asumida convicción de que todo es posible. Redención y compenetración se dan entonces cita para subvertir las convenciones religiosas, morales y penales que, como tantas otras reglas asumidas, condicionan nuestro comportamiento y limitan nuestros instintos.

Sin embargo, su humor presuntamente corrosivo y sus personajes algo desquiciados, cerebralmente hablando, pues en su comportamiento resultan bastante relajados a pesar de las irracionales peleas en las que se involucran, puede resultar genial para quienes consideraron merecer la Espiga de Oro en la pasada Seminci, u ocho nominaciones en los César, pero a otros sencillamente nos parece tan inútil como falto de ese misterio que debería reinar en tan ambiciosa propuesta ética.

BLANCANIEVES Otra revisión para hacer caja

Título original: Snow White
USA 2025 105 min.
Dirección
Marc Webb Guion Erin Cressida Wilson, según el cuento e los Hermanos Grimm Fotografía Mandy Walker Música Jeff Morrow, Benj Pasek y Justin Paul Intérpretes Rachel Zegler, Gal Gadot, Andrew Burnap, Ansu Kabia, Hadley Fraser, Lorena Andrea y las voces de Andrew Barth Feldman, Tituss Burgess, Martin Klebba, Jason Kravits, George Salazar, Jeremy Swift, Andy Groteleuschen y Patrick Page Estreno en España y Estados Unidos 21 marzo 2025


Una vez más, no se nos ocurre otra razón para poner al día y recrear con personajes reales los clásicos de Disney, que la de hacer taquilla sin especial esfuerzo imaginativo. Su propia acepción lo indica, son clásicos hoy venerados por su sensacional factura técnica, su prodigio narrativo y la hazaña que supusieron en su momento con los medios con que contaban, pero que hoy resulta fútil remozarlos e intentar liberarlos de su ideología política y social y llevarlos hasta la última consecuencia de una corrección política que a menudo resulta mal enfocada. 
Para convertir el primer largometraje de Disney en un alegre y colorista musical con una intervención digital del casi ochenta por ciento (lo de imagen real es un decir, hasta los enanitos han sido generados por ordenador, despreciando incluso el acierto con el que Peter Jackson abordó el asunto en El hobbit), la voraz Disney ha contado con la guionista Erin Cressida Wilson, curtida en temas de género y diversidad en películas como Secretary, Chloe u Hombres, mujeres y niños, pero el resultado acaba siendo tan convencional como insustancial.

Nuevas canciones de los autores de El gran showman, respetando un par de las originales de Paul Smith y Frank Churchill, la inevitable Heigh Ho y Whistle While You Work (Silbando al trabajar), jalonan esta película absolutamente coyuntural que se adhiere al resto de adaptaciones del cuento que se han llevado a cabo desde que empezó el milenio, la desvergonzada Mirror Mirror protagonizada por Lily Collins y Julia Roberts, la más activista y batalladora de Kristen Stewart y Charlize Theron y la fantasía muda y en blanco y negro de Macarena García y Maribel Verdú. También Gal Gadot rivaliza con las hermosas reinas aludidas, mientras Rachel Zegler (West Side Story) ofrece su morena tez a una princesa cuyo nombre derivaba de la palidez de su rostro. En el camino, las inevitables y un tanto hipócritas consignas del poder en el pueblo, la lucha por la libertad y la igualdad, y todas esas necesarias campañas que a la hora de la verdad tan poco reflejo encuentran en la política estadounidense que no cesa en su empeño de blanquear su reputación.

Al menos no hay príncipe azul, sustituido por una suerte de apuesto Robin Hood. Como curiosidad, aunque se ha prescindido en el diseño del castillo del referente segoviano que sirvió al original de 1937, ha sido precisamente en esa localidad española donde esta película recibió su primicia el pasado 12 de este mes, quizás como desagravio o sólo como detalle melancólico.

ISMAEL JORDI Y FERNÁNDEZ AGUIRRE FUNDIDOS EN UNA EMOCIÓN INFINITA

Recital lírico. Ismael Jordi, tenor; Rubén Fernández Aguirre, piano. Programa: ¡Sevilla! Canciones e instrumentales de Manuel García, Isidoro Hernández, Joaquín Turina, Wolfgang Amadeus Mozart, Gaetano Donizetti, Jacinto Guerrero, Agustín Lara, Henri Collet, Francis López y Manuel Alejandro. Teatro de la Maestranza, sábado 22 de marzo de 2025

Foto: Guillermo Mendo

Cuando las cosas se hacen con cariño, responsabilidad y mucho esfuerzo, lo que resulta se puede acercar tanto a la excelencia como lo hizo la actuación conjunta de Ismael Jordi y el pianista Rubén Fernández Aguirre en este repaso por la música compuesta por sevillanos y la que otros han dedicado a la ciudad, que coincidió con los veinticinco años que el tenor ha cumplido en la profesión.

Tan querido es Jordi en Sevilla que resulta inexplicable que el Maestranza no experimentara un lleno absoluto. De hecho, había demasiados huecos en el aforo, que ni la coincidencia con el Femás ni el precio de la entrada, tampoco el programa diseñado justificaban. Otra reacción insólita del cada vez más imprevisible público sevillano, aunque hay que reconocer que hace un buen puñado de años esto no ocurría, y menos con esta frecuencia.

Ambos artistas compartieron con desparpajo y sin complejos su entusiasmo con el programa propuesto, una sucesión de hermosas canciones recuperadas en su mayor parte por el inquieto pianista, que hace tan sólo un par de semanas nos ofrecía en la sala pequeña del mismo espacio su recuperación de la ópera I tre gobbi de Manuel García.

Compositores paisanos

Y precisamente con este compositor empezó la aventura, con la tonadilla Caramba, que Jordi y Fernández Aguirre desgranaron con ímpetu y colorido. A ella siguió la hermosa Parad, avecillas, que ya sonó en aquella I tre gobbi como intermedio, a la que el tenor prestó su particular estilo y buen oficio hasta transmitir pura emoción. Este primer bloque terminó con la muy melancólica Floris, según texto de Juan Meléndez Valdés.

Foto: Guillermo Mendo

Ya atisbamos entonces la facilidad del jerezano para adaptarse a cualquier estilo, aligerando el suyo propio con absoluta naturalidad, sin por ello prescindir del imponente color operístico cuando cabe encajarlo. Fue lo que más destacó en las tres canciones que ofreció de Isidoro Hernández, compositor y director de orquesta contemporáneo y amigo de Bécquer, olvidado pero digno de recuperación a juzgar por las preciosas canciones que con tanta sensibilidad y buen gusto desgranó Ismael Jordi. Derrochó sensualidad en La guajirita del Yumurí, entonó en italiano la Barcarola y ofreció con un fraseo impecable y una articulación clara Su visión, según una rima de Bécquer.

Para culminar esta primera parte, no podía faltar Joaquín Turina, de quien cantó dos breves piezas (Anhelos y Farruca), la Saeta en forma de salve a la Virgen de la Esperanza, donde brillaron unos filados exquisitos y un ligero deje aflamencado en las antípodas del tipismo folclórico, y los Cantares del Poema en forma de canciones, en la misma delicada línea. También de Turina fue la Danza vasca, un zorcico que el pianista tocó magistralmente en solitario, evidenciando la modernidad y el cosmopolitismo del compositor sevillano.

La ciudad mimada, también en lo musical

No podía faltar en este homenaje alguna representación de las más de ciento cincuenta óperas que se han inspirado o ambientado en Sevilla. Il mio tesoro, de Don Giovanni, encontró en el instrumento del tenor el vehículo perfecto para encandilar, con una flexibilidad para entonar y articular sólo al alcance de los más dotados. Usar la media voz, apianar, y encarar un sobreagudo, todo con éxito, puede hacerlo de seguido sin interrupción y con una fluidez extraordinaria.

La favorita de Donizetti fue el otro título operístico seleccionado para la ocasión. De ella entonó La maîtresse du Roi?... Ange si pur, evidenciando la influencia de su eterno mentor Alfredo Kraus, apenas unas semanas después de intervenir en el sentido homenaje que rindió la 2 de TVE al idolatrado tenor canario en el espacio Imprescindibles. El toque zarzuelero llegó de la mano de Raquel, una hermosa y conocida romanza de El huésped del sevillano de Jacinto Guerrro, dicha también en perfecto estilo y con la consigna conquistada de transmitir y emocionar al público.

Foto: Luis Pascual

Una apasionada Sevilla de Agustín Lara dio paso a la segunda pieza en solitario de Fernández Aguirre, una morisca del francés enamorado de Andalucía Henri Collet plagada de arabescos y color popular. Después tres pintorescas canciones de Francis López, francés de origen vasco que triunfó de la mano de Luis Mariano, para quien compuso varias operetas. Jordi recordó así sus primeros triunfos internacionales, cuando estrenó en París la opereta El cantor de México.

De López ofreció dos canciones de la opereta Andalousie, Andalucía mía y Chant du sereno, antes de una jubilosa La fiesta bohémienne, y de terminar oficialmente el recital con Sevilla, una popular canción de Manuel Alejandro para Rocío Jurado que brilló en la voz rotunda, potente y plagada de buen gusto de Jordi.

En las propinas, Adiós Granada de la zarzuela Emigrantes, de Calleja y Barrera, otro velado homenaje a Kraus, Se nos rompió el amor, la popular canción de Manuel Alejandro que revive en él una emoción implacable, y Una furtiva lagrima, otro de los pilares fundamentales del tenor en su afortunada carrera. El público que no dejó pasar esta irrepetible oportunidad, absolutamente entusiasmado y emocionado hasta esa misma furtiva lágrima que muchos no pudimos evitar que aflorase.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

sábado, 22 de marzo de 2025

FEMÁS ARRANCA CON LOS VIRTUOSOS DE BACH

XLII Festival de Música Antigua de Sevilla. Orquesta Barroca de Sevilla. Midori Seiler, violín y dirección. Programa: Suite en Re mayor de Johann Georg Linike; Concierto para violín de Joseph Spiess; Concerto à 4 en La mayor de Georg Philipp Telemann; Concierto de Brandeburgo nº 3 en Sol mayor BWV 1048, Concierto para violín en la menor BWV 1041 y Concierto para tres violines BWV 1064R de Johann Sebastian Bach. Espacio Turina, viernes 21 de marzo de 2025


Hace bien Fahmi Alqhai en encomendarle a la Barroca de Sevilla el concierto de inauguración del Festival de Música Antigua de Sevilla, que ayer empezó su andadura en una sala tan ligada a este certamen hispalense como es el Espacio Turina. No en vano se trata de nuestro mayor emblema musical en lo que a interpretación de la música barroca y clásica con criterios e instrumentos con rigor histórico se trata, y acaban de aterrizar de otro triunfal concierto fuera de nuestras fronteras andaluzas, esta vez en Mallorca, donde deleitaron al público con su vitalista visión de Las cuatro estaciones de Vivaldi.

Coincidía este concierto de inauguración con el trescientos cuarenta aniversario del nacimiento del genio de Eisenach, y Midori Seiler venía con la lección muy aprendida. Tres de los conciertos ofrecidos anoche, uno de ellos de Bach y los otros de autores estrechamente relacionados con él, los grabó hace un par de años junto a Köthens BachCollektiv, repasando en un registro de título Bach’s Virtuosos su paso por la corte del príncipe Leopold en Cöthen.

La violinista alemana de origen japonés ya participó en algunas ediciones anteriores del Femás, y junto a la Barroca nos dejó hace un año un algo accidentado concierto en el que compartió honores con Rafael Ruibérriz, que precisamente le toma hoy el relevo en la matinal que dedica también a Bach y su compadre Telemann en San Luis de los Franceses.

Aunque la edición de este año está dedicada fundamentalmente a Palestrina, cuando se cumple medio milenio de su nacimiento, vuelve a ser Bach el verdadero protagonista, y así quedó claro en este primer concierto, que se inició con una hermosa suite de Johann Georg Linike, virtuoso violinista y compañero de Bach durante su estancia en Cöthen. Un arranque fulguroso no impidió apreciar las líneas melódicas y las ricas inflexiones de la obertura de una Suite en Re mayor en las que el violín de Seiler se mezcló con el resto de instrumentos con total naturalidad, y en la que sobresalieron sus dos melancólicas arias, especialmente la segunda, donde destacó el sonido sordo y perfectamente articulado del clave de Alejandro Casal.

Pero siguió un Concierto para violín de Joseph Spiess, compañero del homenajeado en la orquesta de Cöthen, que evidenció el sonido áspero e  insuficientemente limado de Seiler, incluida alguna nota desafinada y estridente ante la que poco pudo hacer un conjunto en el que de nuevo destacó el poderoso continuo de la orquesta, reforzado con el violonchelo de José Manuel Ramírez.

Después, un gozoso Concierto de Brandeburgo nº 3 rico en fantasía y espectacularidad, con las voces sucediéndose en ricas escalas, creando una vertiginosa sensación de aliteración acústica en la que el trabajo enérgico de los violonchelos, Ruiz, Ramírez y uno más a cargo de Javier López Escalona, sobresalió de forma tan ágil como gozosa. El clave de Casal protagonizó un sensacional adagio repleto de elegantes improvisaciones y buen gusto.


Sin embargo, la monotonía se adueñó de una segunda parte en la que apenas atisbamos razones para dejarnos seducir por la música del genio alemán, con un Concierto para violín BWV 1041 resuelto sin apenas imaginación y ese sonido áspero y sin relieve apuntado en la solista.

Para entonces, la pieza de Telemann, un concierto interpretado con corrección y escaso sentido de la acentuación, poco añadió a una velada que culminó con la particular restauración de la propia violinista del Concierto para tres violines en Re mayor BWV 1064R, a partir de la más popular versión para teclados. Entonces, el débil sonido de Seiler quedó expuesto junto al más brioso y sedoso de Ignacio Ramal y Miguel Romero, sin despreciar la habilidad técnica y el magisterio en la articulación que mostró en todo momento la violinista de origen nipón.

Fotos: Lolo Vasco
Artículo publicado en El Correo de Andalucía