USA 2014 102 min.
Dirección Noam Murro Guión Kurt Johnstad y Zack Snyder, según la novela gráfica “Xerxes” de Frank Miller Fotografía Simon Duggan Música Junkie XL Intérpretes Sullivan Stapleton, Eva Green, Lena Headey, Rodrigo Santoro, Andrew Pleavin, David Wenham, Hans Matheson, Callan Mulvey, Jack O’Connell Estreno en España 7 marzo 2014
Zack Snyder rescata el universo barroco y violento de 300 en esta película que narra acontecimientos paralelos a aquella Batalla de las Termópilas que centraba el argumento de la anterior entrega, en la que el espartano Leónidas luchaba contra la tiranía persa personificada en Jerjes. Snyder se reserva labores de guión y producción aunque ello no merma el resultado formal y narrativo de esta nueva aventura, lo que hace pensar que su director, Noam Murro, se limita a emular el estilo visual inaugurado con aquella extrema experiencia poniendo el piloto automático. Por otra parte resulta sorprendente la elección de este director de origen israelí, por cuanto en su haber sólo cuenta con una comedia romántica de escaso éxito, que ni siquiera se llegó a estrenar entre nosotros. Se trata de Gente inteligente, de 2008 protagonizada por Dennis Quaid, Sarah Jessica Parker, Ellen Page y Thomas Haden Church. El protagonista ahora es también australiano, como Gerard Butler, pero tiene menos carisma; lo hemos visto en Animal Kingdom y en la serie de televisión Contraataque. 300: El origen de un imperio se basa igualmente en una novela gráfica del creador de Sin City y The Spirit, y narra la cruenta confrontación entre Temístocles y la comandante de las fuerzas persas, Artemisia, en el Mar Egeo. Por el camino se falsean datos y acontecimientos y, sobre todo, se distorsionan personajes, como el de la propia villana, interpretada por una Eva Green que se erige en lo mejor de la función; pero al menos queda la esencia de la Historia, lo que teniendo en cuenta el público adolescente y palomitero al que va dirigida, ya es algo. Por lo demás se mantienen los referentes de la franquicia, con mucha violencia, que gracias a su exageración consigue no incomodar, ralentizaciones, borbotones de sangre, picados imposibles, coreografías extremas, diálogos justos y al menos no ridículos, y por supuesto mucho músculo al aire. No siempre tenemos que asistir al cine con el mismo espíritu. A una así se sabe a lo que se va, puro entretenimiento sin más compromiso ni exigencia, y el resultado es satisfactorio.
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