Hace bien nuestro templo de la música en recibir propuestas y eventos de carácter popular y exótico que den resultados tan óptimos para la taquilla (y la tienda) como éste. Lleno absoluto y un público embrujado por una experiencia tan vital y alegre como no se tenía ocasión de disfrutar en nuestra ciudad prácticamente desde los tiempos del Salón de baile del Hotel Cristina, con una notable y evidente diferencia de calidad.
Es curioso que gran parte del legado cultural americano sea preservado por sus siempre fieles aliados los ingleses. No sólo Glenn Miller sino también Duke Ellington o Benny Goodman han visto cómo su estilo y repertorio han trascendido sus propias vidas y continúan hoy día haciendo las delicias de los incondicionales del swing. Manteniendo el estilo de su creador pero añadiendo elementos de nueva cosecha siempre en respetuosa sintonía con el género recreado, esta magnífica banda hoy liderada por el showman británico Ray Macvay dio buena muestra del enorme dinamismo con el que en su momento se animaron las tropas en los frentes europeo o asiático de la 2ª Guerra Mundial.
Piezas ineludibles del conjunto original, como American Patrol de Frank White, Begin the Beguine de Cole Porter, Strike Up the Band de Gershwin, Moonlight Serenade del propio Miller, Tuxedo Junction de Erskine Hawkins o In the Mood de Joe Garland, convivieron con las Irresistibles Andrew Sisters recreando el estilo vocal de aquel mítico trío en Boogie Woogie Buble Boy o Don’t Sit Under the Apple Tree, echándose en falta Chattanooga Choo Choo. Mención especial también para las voces de Catherine Sykes y Colin Anthony, crooner más cerca del estilo canalla de Tony Bennett que de la elegancia de Sinatra, y el frenético baile de los Jiving Lindy Hoppers, otro guiño nostálgico, no exento de alivio, esta vez a los conjuntos de color de una época en la que sólo eran carne de plantación. No faltaron los temas de inspiración latina, tan en boga en los cuarenta cuando se estrecharon lazos con Sudamérica, como Perfidia de Domínguez o Say Sí Sí de Lecuona, para completar un gran espectáculo como sólo los americanos, o sus admiradores británicos, saben ofrecer.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 11 de marzo de 2014
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