Francia 2013 95 min.
Guión y dirección François Ozon Fotografía Pascal Marti Música Philippe Rombi Intérpretes Marine Vacth, Géraldine Pailhas, Frédéric Pierrot, Fantin Ravat, Johan Leysen, Charlotte Rampling, Nathalie Richard, Djedje Apali, Lucas Prisor
Estreno en España 7 marzo 2014
La nueva película del director de En la casa y Potiche es una lúcida reflexión sobre las relaciones de los jóvenes con el mundo adulto que les rodea, cuyo comentado parecido con Belle de jour de Buñuel se limita a su punto de partida, toda vez que son tan pocas las películas que se han hecho sobre el tema que bastan dos para compararlas. Una joven de clase media alimenta su curiosidad sobre el sexo como parámetro para conocerse mejor a sí misma y sus sentimientos, ejerciendo la prostitución. A través de las cuatro estaciones del año y de sendas canciones de Françoise Hardy que ilustran sus diferentes estados de ánimo, vamos conociendo los avatares de esta bellísima y magnética chica cuya existencia va experimentando una visible y muy bien reflejada evolución. La reacción de quienes la rodean, tan ensimismados en sus propias experiencias y tan poco formados en el cuidado de sus descendientes, irán perfilando el carácter y la definición de este formidable personaje principal, a quien Ozon ni juzga ni mucho menos condena, como hacía muy recientemente el ultra Lars von Trier. Isabelle tan sólo experimenta con tanto desprejuicio como ingenuidad, con temor al principio, curiosidad después y, finalmente, mucha seguridad y confianza en sí misma. La hipocresía reinante a su alrededor, en el comportamiento de adultos que se traicionan mutuamente y de jóvenes a quienes tantas cosas les están permitidas menos la impudicia del sexo (otra cosa es la advertencia sobre los peligros que para la salud y la seguridad conlleva su práctica indiscriminada), ejercerán sobre ella una serie de convicciones que la irán enriqueciendo como persona y ser humano. Como Oh Boy, película con cuyo estreno coincide y con la que recomendamos un estimulante y revelador pase doble, Isabelle pertenece a una generación perdida en la comodidad y el desinterés; pero a diferencia del joven alemán, la francesita tiene las cosas más claras y mucha más fuerza y entereza vital. Resulta sin embargo sintomático que sean los personajes veteranos quienes en ambos casos estimulen más sus instintos humanos y emocionales. Ozon es un director que no se conforma con el estatus conseguido, que intenta ir siempre más allá, decir nuevas cosas sin renunciar a su particular estilo visual y narrativo, y sorprender con películas tan intrigantes y enigmáticas como ésta, a la que el brillo de su protagonista le hace sumar enteros.
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