Bélgica 2016 100 min.
Dirección Joachim Lafosse Guión Fanny Burdino, Joachim Lafosse, Mazarine Pingeot y Thomas van Zuylen Fotografía Jean-François Hensgens Intérpretes Bérénice Bejo, Cédric Kahn, Marthe Keller, Jade Soentjens, Margaux Soentjens, Catherine Salée, Tibo Vandenborre, Philippe Jeusette, Annick Johnson, Pascal Rogard, Ariane Rousseau, Francesco Italiano Estreno en el Festival de Cannes (Quincena de Realizadores) 13 mayo 2016; en Bélgica 8 junio 2016; en España 14 octubre 2016
La última película del director belga Joachim Lafosse (Los caballeros blancos, Perder la razón, Propiedad privada) se centra en una familia descompuesta a lo largo de sus últimos días de agonía, encerrada en el escenario único de su casa. Se trata de un matrimonio en vías de divorcio, en el que la mujer ha perdido toda la ilusión y el amor, mientras él aún se aferra a un imposible. El problema es que cohabitan en la misma casa debido a los problemas económicos de él, problemas que condicionarán el ambiente malsano que se respira en el domicilio y los continuos reproches que se hacen los cónyuges. El mérito de la cinta reside en plantear una situación única sin apenas giros dramáticos y que sin embargo mantiene el interés e incluso la intriga, generando alrededor de la casa y la familia un ambiente de permanente tensión. Asistimos sólo a ese limitado espacio físico y temporal y sin embargo llegamos a comprender las motivaciones de cada personaje y su vida fuera de la pantalla, antes y después de lo que vemos. Eso es especialmente llamativo en el caso de las niñas, hijas del infeliz matrimonio, que sin dejar de jugar y trastear, y gracias fundamentalmente a un excelente trabajo de dirección, absorben y sufren esa tensión e infelicidad al que son sometidas por parte de unos progenitores que un día decidieron, como tanta gente, que la única vida posible para la felicidad era lograr un buen trabajo, casarse, tener descendientes y comprar una buena casa, cómoda y gustosamente amueblada. Crónica de la desdicha impuesta por unos modelos de comportamiento caducos y obsoletos, que realizador y protagonistas saben plasmar a la perfección, sin rebajar tensión ni siquiera en los supuestos momentos de impuesta felicidad, como el baile que se marca toda la familia en un raro respiro que no es tal.
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