USA 2016 89 min.
Dirección Conrad Vernon y Greg Tiernan Guión Evan Goldberg, Kyle Hunter, Seth Rogen, Ariel Shaffir y Jonah Hill Música Christopher Lennertz y Alan Menken Voces (en versión original) Seth Rogen, Kristen Wiig, Jonah Hill, Bill Hader, Michael Cera, James Franco, Danny McBride, Craig Robinson, Paul Rudd, Nick Kroll, David Krumholtz, Edward Norton, Salma Hayek, Anders Holm Estreno en Estados Unidos 12 agosto 2016; en España 7 octubre 2016
Con Supersalidos, Superfumados, Juerga hasta el fin y The Interview como precedentes, por mucho que la camuflaran de dibujos animados, no cabía esperar otra cosa de esta película que combina incorrección política y mucha grosería. El resultado tiene gracia porque desde los tiempos de Ralph Bakshi (El gato caliente, Cool World) no veíamos tanto sexo entre muñecos animados en una pantalla, salvando además considerablemente la distancia. La mezcla de metafísica, crítica feroz a la religión (de cualquier tipo y condición) como mecanismo de dominio, generadora de convenientes odios y control de nuestra supuesta autonomía de decisión, y porno deslenguado y abiertamente explícito, no tiene parangón alguno, situando el ejercicio como único en su especie y radicalmente original. Sin embargo es en la acumulación de improperios y groserías donde el film sucumbe a su propio artificio y se convierte en algo incómodamente divertido a la vez que difícil de digerir. Cabe reconocer que está soberbiamente hecho y no decae en ritmo ni intención, siendo además fácil de reconocer a cada intérprete en su personaje, a pesar incluso del doblaje. Para colmo de desvergüenza, sus artífices se permiten el lujo de contratar a Alan Menken, triunfador en películas como La sirenita, La bella y la bestia y Aladdin, para componer un par de canciones con letra igualmente clasificada X, y él de aceptar. Lástima que todos estos justos ataques a los poderes fácticos que nos oprimen y obstaculizan lo único legítimo del ser humano, que es ser feliz en esta corta vida, acaben teniendo como espectadores destinatarios quienes ya comulgamos con sus teorías. Las familias tradicionales, y más si acuden despistadas con sus niños y niñas, no aguantarán ni cinco minutos de este acalorado y deslavazado guiso.
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