USA 2016 85 min.
Dirección Ira Sachs Guión Ira Sachs y Mauricio Zacharias Fotografía Óscar Durán Música Dickon Hinchliffe Intérpretes Theo Taplitz, Michael Barbieri, Greg Kinnear, Jennifer Ehle, Paulina García, Alfred Molina, Talia Balsam, Mauricio Bustamante, Teeka Duplessis Estreno en el Festival de Sundance 25 enero 2016; en el Festival de Berlín 13 febrero 2016; en Estados Unidos 5 agosto 2016; en España 21 octubre 2016
¿Quién no ha experimentado varias vidas a lo largo de la suya? Algunos aspectos de nuestra personalidad quedan intactos, incluso aquellos defectos que por más que queremos no desaparecen; pero ni lo que nos rodea ni cómo nos comportamos es siempre igual, cambia a lo largo de nuestra existencia, enriquecido por la experiencia o como consecuencia de los acontecimientos. La infancia, apenas los trece primeros años de nuestra vida, queda siempre como algo especial, una época de descubrimientos y decepciones. Unos años que lo son todo en ese momento, mientras en edad adulta ese mismo lapso sólo representa un pequeño porcentaje del resto de nuestro periplo. Ira Sachs, siempre sensible y delicado a la hora de abordar la homosexualidad en títulos como Keep the Lights On o El amor es extraño, se aparta al menos tangencialmente del tema en ésta su nueva película y nos invita ahora a explorar la tierna relación entre dos jovencitos (título original, mucho más preciso y acertado que el desconcertante título en castellano) en esa edad en lo que todo relumbra y emociona. Su emotiva relación de amistad y compañerismo se verá enturbiada por las tensiones entre sus familias, al modo de un West Side Story de ambientes también neoyorquinos y entre latinos y sajones. Los niños protagonistas son una auténtica revelación en esta cinta minimalista (ilustrada también con muy acertada música del género), llenos de frescura y gracia, especialmente Michael Barbieri, mientras Theo Taplitz mantiene una actitud taciturna que no ayuda a empatizar tanto con su personaje. También los adultos ofrecen interpretaciones magistrales, especialmente Greg Kinnear, un actor desaprovechado siempre en el cine y obligado a subsistir como hace su personaje, un actor teatral de poca enjundia. También Paulina García, revelación hace unos años por la película chilena Gloria, demuestra su talento, aunque su personaje pueda invitar a pensar en un tono xenófobo a pesar de que la película más bien es un canto al entendimiento y la interrelación entre personas de toda clase e identidad. Se ve con agrado, se disfruta con emoción y nos lleva de la mano a través de esa aventura maravillosa que es el descubrimiento del amor y la felicidad, si es en verano, con los colores y ambientes cálidos que lo acompaña, mejor; aunque es ahí donde flojea la película, de forma poco relevante por supuesto, pues Sachs no parece saber manejar muy bien unos tiempos en los que tan pronto son vacaciones como nos encontramos en pleno curso académico.
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