USA 2018 140 min.
Dirección Christian Gudegast Guión Christian Gudegast y Paul Scheuring Fotografía Terry Stacey Música Cliff Martínez Intérpretes Gerard Butler, Pablo Schreiber, O’Shea Jackson jr., Curtis ’50 Cent’ Jackson, Meadow Williams, Maurice Compte, Brian Van Holt, Evan Jones, Kaiwi Lyman, Dawn Olivieri, Jordan Bridges, Eric Braeden, Cooper Andrews, Marcus LaVoi, Sonya Balmores Estreno en Estados Unidos 19 enero 2018; en España 6 abril 2018
Como productor, Gerard Butler pone en bandeja a Christian Gudegast, guionista de la película Objetivo: Londres que protagonizó el actor escocés, su debut en la dirección cinematográfica. Ambos ponen mucho empeño para mejorar su curriculum, procurando añadir algo más de profundidad y un marcado carácter trágico a esta incursión en el cine de atracos de bancos. Incidiendo en que Los Angeles sea una de las ciudades más peligrosas y violentas del mundo, donde un atasco de tráfico sirve igual para poner en escena una suntuosa secuencia musical (La La Land) que para orquestar una batalla de ametralladoras y fusiles automáticos, Gudegast articula la enésima versión del atraco presuntamente perfecto, con el cinismo y la ironía que el signo de los tiempos añade a la empresa. Como decía ayer el escritor José Manuel Benítez en la presentación de su Trilogía de la Transición en un único volumen, cuando miramos cuarenta años atrás apreciamos una cierta inocencia. Ciertamente se nota en ésta y otras producciones recientes cierto pesimismo y desencanto originado seguramente por una repentina madurez, la que proporciona tanta corrupción, violencia, guerra y dolor, todo el padecido en lo que llevamos de siglo, lo que hace que mirando atrás todo nos parezca más ingenuo y amable. La representación de los personajes, especialmente los policías, echando mano de todos los recursos y tópicos posibles, es consecuencia directa de este hastío, lo que provoca que la chulería de un John Wayne se quede en paños menores frente a la de Butler o cualquiera de los hipervitaminados protagonistas de esta cinta. Lo que completa la función no es sino una sucesión de juegos entre polis y ladros al despiste y el engaño, con el fin de perpetrar el sempiterno atraco perfecto, sólo posible sobre el papel dado el disparate de su propuesta, y abortarlo cuando la fuga sea prácticamente imposible. Gudegast juega bien sus cartas, planteando un espectáculo vibrante y sólido, con buen ritmo y considerable tensión, asegurándose un buen entretenimiento, aunque por el camino el conjunto resulte poco plausible y fácilmente olvidable. Quien pueda financiar toda la munición que en el camino se gasta, no necesita ciertamente cometer ningún atraco.
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